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martes, 12 de abril de 2016

Tus sueños pueden volverse realidad



En un viejo pueblo costero donde la vida pasa tranquila y la  rutina es pescar, una hermosa  joven  acompañada de su mascota, un tierno gatito blanco de ojos cafés, pasa sus tardes sentada al final del muelle mirando el mar. Añora algo más que quietud y brisa, un sueño perturba su inquieto pensar. Mira hacia el horizonte, está segura  que un día alguien vendrá de algún lugar lejano  para llenar su corazón de dicha, quizás un apuesto marinero que la lleve por el mundo a pasear.  Tiene  ganas de vivir una aventura por lugares nunca conocidos, parajes de belleza sin igual. Tanto suspira cada tarde, tanto llora, que sus lágrimas resbalan por sus mejillas y caen mezclándose con las olas y la espuma que revienta entre los riscos y la playa donde vaga sin parar. 

El fantasma de un viejo pirata atrapado  en un galeón bajo el fondo del mar, de pronto escucha las querellas de la joven. Curioso, se asoma para contemplarla y cuando la mira, queda prendado de su hermosura, sin mucho pensar decide ir por ella aprovechando que conoce el pueblo como los siete mares que ha recorrido en su largo trajinar.
Una noche, la muchacha estando dormida sueña que en su cuarto hay un bastón y un papel con un mensaje que dice “si me traes de vuelta este bastón prometo llevarte a un paseo inolvidable en lo profundo del mar”. Al amanecer se lleva una sorpresa, el bastón y  el mensaje de su sueño están a un lado de su cama. Por más que intenta hallar una explicación a este hecho no logra una respuesta lógica.

A la noche siguiente, sueña que está frente a un edificio antiguo. Un viento fresco arrastra hasta sus pies un papel amarillento que toma y lee, tiene escrito el mismo mensaje de la noche anterior, al levantar la vista observa a una persona que desaparece tras los edificios de la calle contigua, corre con premura para alcanzarlo y al doblar la esquina se encuentra un largo muelle donde viejos barcos crujen mecidos por el mar. Se detiene a descansar en una banca, mientras lo hace, descubre junto a sus pies el bastón que yace tirado y un poco más allá una escalinata que llega hasta la popa de un galeón pirata, su curiosidad es más fuerte que el miedo, decidida, toma el bastón y sube, da un brinco cayendo dentro del barco, justo entonces un ruido la despierta, es su gato que ha entrado por la ventana abierta de par en par y una espesa y fría niebla se escurre hasta su cuarto haciéndola temblar. Los sueños son repetitivos, ella está contenta, tiene al fin una aventura que entre sueños la hace suspirar.

En la siguiente noche sueña que está frente al espejo, se ha vestido de blanco, su cuello y sus muñecas luces resplandecientes joyas que ha prestado del cofre de  mamá.  Se mira hermosa, mientras peina lentamente sus largos y negros cabellos. Asistirá a una cena con alguien que no conoce, pero resuelta está. Sale de su casa con premura, aborda un carruaje que la espera  y desaparece entre la bruma y las sombras de la noche que parece sollozar. Está fascinada, él es todo un caballero, le pidió que lo acompañe a un paseo por la playa,  caminan con los pies descalzos enterrándolos entre la arena y al fin se sientan para observar la luna reflejarse entre las tranquilas olas del océano, pasan un tiempo maravilloso platicando. Él sabe de un lugar extraordinario y la invita para que ella también lo conozca, pero para ello un conjuro es necesario. Le dice que  la siguiente noche, antes de dormir, pronuncie unas palabras mágicas que él le enseñará, prenda una vela y la ponga en un lugar seguro donde el viento no la apague hasta que los rayos del sol la hagan despertar, de no ser así  ya no podrá del viaje regresar. Ella está de acuerdo, y prosiguen en su plática hasta que se despiden con la promesa de volverse a encontrar. Justo entonces despierta, tiene los labios llenos de sal y  su cuerpo impregnado del olor del mar.

La joven  ya no sabe cuándo está soñando y cuándo es su realidad. Llama a una amiga y le cuenta lo que está pasando, intuye que pronto tendrá una aventura inolvidable que  desea aunque tiene un poco de temor. La amiga la conforta y le promete visitarla pronto.
Al llegar la noche, prende una veladora tal y como le dijo el joven en sus sueños, se acuesta y pronuncia las palabras mágicas mientras espera quedar dormida. El sueño llega puntual. Está en un camarote de un viejo galeón en alta mar, un viejo pirata de largas barbas negras, con un parche en el ojo izquierdo, sombrero negro típico, mano de garfio, y una espada bien ceñida a su cintura, la observa desde la otra esquina de la gran mesa donde ambos van a cenar. La oscuridad apenas se ilumina con los rayos de luna que se cuelan por los cristales de una redonda ventana del galeón. El viejo pirata se acerca a la joven, le ofrece una copa y juntos brindan mientras ella, encantada, disfruta del momento sin hablar. La cena ha terminado, no le supo tan mal. De pronto el pirata se pone de pie y camina hacia ella apoyado en su bastón y le dice con ronca voz. -Gracias por traerme mi bastón, como recompensa te mostraré una vista del mar que no conoces, será una aventura inolvidable- La toma de la mano y la invita a levantarse, ella está fascinada, ambos caminan a la salida del camarote, cuando él abre la puerta un viento frío golpea sus rostros.

A la mañana siguiente la amiga va de visita, no encuentra a la joven.  Entra a la casa y  se dirige a su cuarto, no la haya, sólo un gato amodorrado duerme en la cama, entró por la ventana abierta que con seguridad también dejó pasar el viento que apagó accidentalmente una vela acomodada en un rincón. Al salir observa huellas  en dirección a la playa, sigue ese rastro hasta que encuentra tirado el bastón justo a la orilla del mar y más allá,  medio enterrado entre la arena, un papel húmedo que dice: “Tus sueños pueden volverse realidad”.



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