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domingo, 7 de noviembre de 2010

No te volveré a ver

Dices ¡Te quiero!
El sol ilumina el desierto.
Tu voz me despierta
antes que la aurora
interrumpa el silencio
de las aves.
Ríes,
una parvada levanta
el vuelo.
Se humedece el rostro
porque tu risa
es un manantial
que calma la sed
en las horas más aciagas.
El sol me abraza,
me consume.
De pronto callas.
¡No te volveré a ver!
Me dices.
Un abismo se abre entonces.
La montaña se hace polvo
en los labios del mar.

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