Si tuviera el poder supremo
sobre el hombre,
todo el oro,
de tal forma que llegara
al precio del mundo.
Si todos los palacios fueran míos,
las arcas y diamantes;
las iglesias y los pueblos.
Si tuviera el don
de predecir futuros,
curar los males,
mitigar la sed y el hambre
de los más desposeídos.
Si mía fuera la decisión
de preservar lo bueno
y mitigar el llanto
del corazón dolido.
Si mía fuera la eterna juventud,
y el poder de dar sin recibir
y aun así vivir feliz.
Si todo el esplendor del cielo
y más allá del universo fuera mío,
excepto tú.
¿Qué valor tendría poseerlo todo?
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