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lunes, 8 de noviembre de 2010

Excepto tú

Si tuviera el poder supremo
sobre el hombre,
todo el oro,
de tal forma que llegara
al precio del mundo.
Si todos los palacios fueran míos,
las arcas y diamantes;
las iglesias y los pueblos.
Si tuviera el don
de predecir futuros,
curar los males,
mitigar la sed y el hambre
de los más desposeídos.
Si mía fuera la decisión
de preservar lo bueno
y mitigar el llanto
del corazón dolido.
Si mía fuera la eterna juventud,
y el poder de dar sin recibir
y aun así vivir feliz.
Si todo el esplendor del cielo
y más allá del universo fuera mío,
excepto tú.
¿Qué valor tendría poseerlo todo?

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