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miércoles, 5 de enero de 2011

A esa mujer

Amo a esa  mujer de corazón sencillo,
de valores tan preciados como el oro,
de dulce voz  y  sonrisa breve.

A esa mujer que tiene el don de alegrar mi vida
con su presencia cada día
y confortarme con palabras de aliento
cuando necesito sentir  que se interesa en mí.

Amo a esa mujer que me quita enojos y tristes penas
con su mirada tierna;
de paciencia eterna para escuchar mi corazón
y manos cálidas que arroban las mías
en los momentos de necesidad  amiga.

Amo a esa mujer que sabe hablar
de esperanza y de consuelo,
que corre presta a ayudar al que no tiene;
a esa mujer que entrega todo
sin pedirme nada,
que me da a manos llenas su atención
y su cariño.

Amo a esa mujer que se queda en vela,
atenta si algo falta cuando estoy enfermo
y es la última que concilia el sueño
ocupada  siempre por nuestro.

A esa mujer que tiene alma de niña buena,
pasión de amante eterna para defender lo suyo,
y fortaleza  de titán en sus quehaceres cotidianos.

A esa mujer que  me alegra con su plática siempre amena
y me hace reír aún en la melancolía más profunda.
Amo  esa mujer que me quiere
y me lo dice en silencio y entre palabras breves;
 a esa mujer que me acompaña
y está presente en todo momento de mi vida.

Amo a esa mujer de apacible encanto
de infinita bondad en sus acciones,
que lo entrega todo sin reservas.

A esa mujer que me ama correspondo a sus amores,
incondicionalmente;
sin reserva y sin medida,
para ella son mis versos, mi alegría
y de ella es  mi vida aunque nunca me lo pida.

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