Me quedé con el sabor de tus labios
y el alma en un hilo;
un papalote en tus manos;
barquilla de nieve en verano.
Me quedé pensativo y mudo,
con desconsuelo en el rostro;
mi corazón latiendo aprisa
y mis ojos perdidos en el infinito.
No entiendes mis razones para soñar
ni los motivos para perderme
en el muro de tu boca;
un nudo amarra las palabras
que nada significan cuando te miro distante
sin poder hablar.
Me quedé con el sabor de tus labios;
con tus delgados labios que rosaron los míos,
me quedé esperando más besos
que nunca llegaron,
y me sentí tan solo
arrastrado en un torbellino
donde mis lágrimas llovieron
incógnitas hasta quedarme dormido.
Fue justo antes de amanecer
soñando despierto;
que encontré el punto preciso.
Ahí donde nos dimos
nuestro primer beso.
Y me quedé con el sabor de tus labios
y por fin
tus labios se quedaron conmigo.
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