El cometa vuela hasta el confín
aunque no quiere.
Lo arrías con mano dura,
la suerte no es de quien porfía;
los dos simplemente atados.
De lejos mayor la perspectiva
pero no hay calor
ni sentimiento humano.
A cada embate vibra hasta el hastío;
con la cara hinchada no ríe; llora.
Tus manos sangran distancias nuevas,
dejan espacios para que baile en las alturas.
Un carrete acabado
y el viento frío que golpea.
Tus manos firmes,
mi alma tiembla.
A lo lejos puede verse un mundo nuevo
y en las palmas de tus manos nada escrito.
Sigues jugando con los pies plantados,
ríes con la zozobra colgar de un viejo hilo.
Ves los vuelcos,
regocijo hay en tu pecho.
El cometa tiene miedo
del viento y de tus manos.
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