I
Un día, como cualquier simple mortal, creíste tener todo el poder para gobernar tus sueños. Gritaste tus logros desde las cuatro esquinas de tu pequeño universo y tu voz se fue más allá donde no escuchaste el eco responderte con ironía; proseguiste en tu afán de creer que gobernabas tus instintos y tus razones, subordinando a tu antojo las leyes universales. Eras casi perfecto en tu mentalidad triunfadora y en la jactancia de superioridad narcisista un día imaginaste también que aun las decisiones de los demás te pertenecían. Eras feliz en la ceguera irracional de quien no mide las consecuencias sino con sus propias reglas; olvidaste que para vivir y sobresalir en un mundo plagado de semejantes la competencia es ardua y requiere talento, perseverancia y mucho tacto. Así también un día cuando despertaste, un sueño te acompañaba. Lo tomaste justo por sorpresa cuando al despertar y todavía en ese estado de semiinconsciencia, el sueño perduró unos segundos más, perplejo y asustado como un niño descubierto a media travesura, estaba en el lugar y en el momento equivocado. Fue fácil en tu sagaz astucia estirar la mano y tomarlo con premura; el sueño era frágil pero no te importó apretarlo con fuerza con tal de retenerlo. Parecía una débil espiral de humo fluyendo por los bordes de tu crispado puño. El sueño luchó para escapar de la opresión de tu mano pero fue en vano. En la ventana, de frente al crepúsculo que ya pintaba de matices púrpuras el cielo, lo miraste a contraluz. El sueño languidecía cada vez más cerca del desmayo. Sólo fue un destello, un segundo de contemplación y deseo de posesión. Volviste sobre tus pasos. En tu prisa por salir al mundo cotidiano, lo condenaste a una jaula de oro y partiste en la rutina diaria donde caminaste una década y algo más con tus ligeros pies. El sueño pasó de la tentación a la indiferencia y de ésta al olvido; y en el olvido el sueño se aburrió. Nunca supiste que los sueños que se alcanzan, los sueños que se quieren, se cultivan como rosas en el jardín de la vida; con perseverancia y amor, con cuidados y atenciones. Los sueños que se quieren, son para toda la vida. Si crees en ellos les das tu corazón hasta el último latido. Tu sueño no murió. Los sueños nunca mueren, simplemente vienen y van si los quieres o no los quieres. Los sueños se conservan puros, inocentes, no se pervierten ni envejecen.
De pronto un día tu sueño decide volar como siempre había hecho y sin que tú lo sepas comienza a revivir un pasado lejos de ti. Toma fuerza día a día en la medida que recobra su confianza en sí mismo, la libertad perdida ahora brilla en todo su esplendor y siendo un sueño hermoso es natural ser deseado por quienes nunca en su vida han poseído uno así de especial. Ahora tu sueño es tal como había sido siempre pero nunca más regresará a ti.
Llegas en la madrugada, te metes en la cama y duermes hasta que los rayos del sol en el ocaso, anuncian el final del día. Descubres también que estás solo en medio de una jaula de oro abierta de par en par y en tu conciencia una verdad comienza a germinar. “No quieras engañarte, no intentes confundir más tu corazón. Despierta a la vida, sacude tu vanidad y sé más humilde para reconocer tus errores, si la perdiste es porque olvidaste ser más humano, más sensible y compasivo, más responsable de tus actos pero sobre todo, más entregado a tus sueños”.
Sales a la calle con premura, miras en todas direcciones de ese pequeño universo construido en tu derredor, entras nuevamente pero tu sueño ya no está donde siempre te esperaba. Aquel sueño que atrapaste ya no te pertenece. Ahora lo reconoces, nunca lo fue, porque nunca lo atendiste ni necesitaste. Alguien más que tú ha aguardado el advenimiento de su último y más caro sueño. Alguien más en su corazón y en su mente deseaba tu sueño; ahora es su poseedor.
II
Es un sueño hecho mujer, menudita y breve como una estrella en la inmensidad celeste. Es una mujer de suaves curvas, delicada y frágil, piel canela y ojos color de miel; sus cabellos, olas de mar, rayan blondos el claro amanecer. Sentada en un peñasco aguarda de cara al horizonte la salida del sol como presagio de un futuro mejor. Así la descubres este día en que temprano te propones caminar por el boulevard. No esperabas verla hoy, pero es el sueño que siempre anhelaste. Este es el motivo por el cual nunca entregaste tu corazón aun con el paso de los años. Ella está ahí, mirando al infinito, entretenida y ausente, como una escultura viviente. Tus ojos se prendan una vez más de esa imagen de mujer casi mítica; sirena y sueño, fantasía y realidad. Se miran al mismo instante y hay un colapso de pupilas ardientes, un eclipse del mundo en medio de cuatro soles convergiendo en un lugar nada especial que de pronto se convierte en el centro del universo.
Es el mismo sueño que perdiste por equivocación, por una jugada del destino hace más de una década y en tu interior este sueño guió tus pasos como un faro en medio de una tormenta donde naufragaste hasta el punto de la sofocación, pero que al fin, ahí está de nuevo, sin ningún obstáculo que se interponga entre ella y tú, apenas unos metros, una distancia insignificante comparado con tus días de espera. Casi un vuelo mágico con los brazos abiertos, casi un salto imposible a tu realidad. No es fantasía, es tu sueño nuevamente frente a ti, hecho realidad. Te abrazas a ella y te fundes entre sus brazos. Tu sueño responde en la misma forma. Quizás sabían que tarde o temprano regresarían para unirse y no separarse más. Lo presintió con su instinto de mujer, te lo dijo así con sus palabras aquella última vez que se encontraron, pero entonces era un sueño tan joven, tan inexperto e inocente en sus albores de mujer. Fue presa de las circunstancias, obra de la manipulación, pero que al fin regresa a ti, inmaculada y renacida desde el fondo de su ser. Nada hay al azar en las reglas del universo. Todo acontece bajo una estricta fórmula de causa y consecuencia. Es tuya, siempre lo fue. La única diferencia entre perderla y reencontrarla fue perseverancia y fe. Tu fidelidad hacia ella te brinda una segunda oportunidad. Ahora miras un porvenir brillante y un compromiso a seguir, eres dueño de tu último sueño. Tu sueño, vive en ti.