Hace mucho
que camino a la deriva
mi entereza reclama
no más
tiempo dedicado
a soñar la vida.
a soñar la vida.
Me aferro a
la esperanza
cada que un
milagro
nos abre la
puerta,
pero no es
lo mismo
el amor en
tiempos de despedida.
Ayer eras
ingenua,
así me
gustabas,
ahora me
aprovecho
de la
experiencia.
Una mirada
basta para
iniciar el juego,
mil noches
para apagar las llamas
y empezar
de nuevo.
A veces
pienso con el corazón,
mi
costumbre es no pensar,
por eso estoy contigo
aunque
lejos nos encontremos.
Siempre hay
un motivo
para que la
vida nos regrese
a ese punto
en el que caemos
sin pasado
ni futuro.
Acaso me acostumbré a no
verte
a invocar tu nombre sin una
respuesta,
pero jamás he podido
olvidarte.
Me dueles tanto como ayer,
aunque no parezca verdad.
Me acostumbré al dolor
mas nunca a la soledad.
El amor
tiene muchos brazos
cada noche
besa de manera distinta,
sabe a primavera cuando ya es verano.
No tiene
rostro,
no tiene
identidad,
tampoco lo
que busco;
es simplemente
una curva y otra
donde retoza
el deseo.
Cuando
llegues de nuevo
y me
encuentres dormido,
estaré
diciéndote adiós.
A donde voy
no necesitas ir,
partiré solo,
como antes de conocerte,
como antes de conocerte,
como antes
de haberte hecho el amor.
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