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lunes, 7 de abril de 2014

Debo decirte adiós






Hace mucho que camino a la deriva
mi entereza  reclama
no más tiempo dedicado 
a soñar la vida.
Me aferro a la esperanza
cada que un milagro
nos abre la puerta,
pero no es lo mismo
el amor en tiempos de despedida.
Ayer eras ingenua,
así me gustabas,
ahora me aprovecho
de la experiencia.
Una mirada basta para 
iniciar  el juego,
mil noches para apagar las llamas
y empezar de nuevo.
A veces pienso con el corazón,
mi costumbre es no pensar,
por eso estoy contigo
aunque lejos nos encontremos.
Siempre hay un motivo
para que la vida nos regrese
a ese punto en el que caemos
sin pasado ni futuro.
Acaso me acostumbré a no verte
a invocar tu nombre sin una respuesta,
pero jamás he podido olvidarte.
Me dueles tanto como ayer,
aunque no parezca  verdad.
Me acostumbré al dolor
mas nunca a la soledad.
El amor tiene muchos brazos
cada noche besa de  manera distinta,
sabe a  primavera cuando ya es verano.
No tiene rostro,
no tiene identidad,
tampoco lo que busco;
es simplemente una curva y otra
donde retoza el deseo.
Cuando llegues de nuevo
y me encuentres dormido,
estaré diciéndote adiós.
A donde voy no necesitas ir,
partiré solo,
como antes de conocerte,
como antes de haberte  hecho el amor.














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