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miércoles, 12 de diciembre de 2012

Abstractas realidades






Cómplice de infidelidades,
en la esquina oscura,
la mesa llena de licor,
tus piernas largas y desnudas
engañan al amor,
y debo estar dormido
para hallar en ese espacio breve
que tú tienes,
el  pervertido sueño
de un tesoro escondido.
Reflectores, pista y baile,
la noche se olvida del pudor,
me abrazas y me besas
y lo mismo hago yo.
Las miradas cincelan
delicadas curvas,
mórbidos contornos.
Mis manos se escurren  por tu cuerpo,
buscan  rescoldos y oquedades.
Hay un espacio entre el silencio
y el último acorde que agoniza,
un segundo de cómplice mirada,
de la provocación abierta
y el deseo a flor de piel.
Sólo es cuestión de tiempo
para saciar los instintos,
las necesidades.
Después, cada quién a la rutina,
a la lucha diaria por sobrevivir
a las carencias afectivas.
Esta es nuestra vida
cuando coincidimos
en íntimos contextos;
un continuo fluir
de abstractas realidades.





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