Tengo un
amigo
entrado en
años
al que le
encantan
las mujeres;
mujeres en general,
así lo deja
entrever
porque a
nadie cuenta su proceder.
Pasa mi
amigo la mitad del día
enviando
mensajes,
planeando
citas;
no hay
imposible
cuando el
deseo
impaciente le
llama.
En la tarde
se viste impecable,
planchadito
y lustrado,
con un
discurso estudiado.
Inventa anécdotas,
aprende nuevos
chistes,
sabe ser
agradable,
de buenos
modales.
En las noches bohemias
va donde ellas
y las
enamora
con palabras
bonitas,
hermosas
rosas y regalitos.
Del dinero
no se preocupa,
las sube a
su auto,
las mete a
su cuarto
y después
todo termina.
Muchos le
envidian
su forma de
vida,
otros en
cambio critican
que no ha
madurado.
Todos los
días mi amigo
se sirve un
trago,
repasa sus
días,
sonríe de
lado.
Hay sin
embargo
en la
nostalgia un suspiro.
Mira en la
ausencia
un rostro desconocido.
Así se le
han ido los años,
soñando
despierto,
viviendo
dormido.
Suspira
profundo
y fuma un
cigarro,
las
espirales del humo
danzan
deseos frustrados.
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