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miércoles, 1 de agosto de 2012

Un día un pequeño rey


Un día un pequeño rey
creyéndose sabio 
y con gran poder
le dijo a un gran rey vecino;
tenemos un problema,
hagamos un trato justo
donde prive la sensatez
y no el dinero.
Quiero una patria libre,
una juventud sana,
escuelas donde se eduque
para preservar la vida social
en armonía con la naturaleza,
empatía con el prójimo
y velar por la paz.
Quiero una patria vigorosa,
sin vicios miserables
que perviertan el corazón
de los niños y jóvenes,
una sociedad donde la familia
sea el centro de atención
de las autoridades,
libre de corrupción,
de violencia
y manipulación de conciencias
a través de los medios
vendidos a los intereses
de la opulencia.
Quiero un futuro mejor
para las nuevas generaciones,
una patria digna,
libre de dogmas,
autoritarismos clasistas,
y de infame avaricia.
Ya no más vicios ni guerras
donde tú pongas las armas
y yo ponga los muertos.
Una patria que viva en valores,
que ame la paz, la armonía,
el respeto a las leyes y la empatía.
Soy un rey como tú,
no un simple lacayo.
El gran rey después de escuchar
al pequeño rey,
dijo con tono grave:
Muy bien, para empezar
si eres un rey
no te dejes mandar por tus súbditos.
El señor burgués,
el capitalista,
el empresario,
el dueño de las tierras
y el señor de las minas
deben  obedecer.
Lo mismo haz con el banquero,
con el petrolero
con los líderes sindicales
y los políticos que ostentan poder.
Tu voz debe llegar al pueblo
con fidelidad,
que no la perviertan los monopolios
del entretenimiento.
La sociedad reclama verdades,
quiere hechos,
no fantasías virtuales
para distraer su hambre.
Reparte tus riquezas
entre los pobres
y ya no permitas
que otros les roben.
Sácalos de la miseria,
elimina los grandes sueldos,
reduce la burocracia,
acaba con la impunidad,
con el fuero y las concesiones.

El gran rey de pronto se dio cuenta
que tenía el mismo problema
del pequeño rey,
aunque el suyo era  aún más grande
y sus palabras le cayeron como
rayos del cielo.

Incómodo preguntó. ¿Cuál es  el trato?
El pequeño rey que había escuchado atento,
le contestó:
Ninguno, todo está bien.
¿Para qué queremos un nuevo trato?
Dime lo que tengo qué hacer
y vivamos felices
como reyes,
como buenos vecinos
cual debe ser…




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