Un
día un pequeño rey
creyéndose
sabio
y con gran poder
y con gran poder
le
dijo a un gran rey vecino;
tenemos
un problema,
hagamos
un trato justo
donde
prive la sensatez
y no
el dinero.
Quiero
una patria libre,
una
juventud sana,
escuelas
donde se eduque
para
preservar la vida social
en armonía
con la naturaleza,
empatía
con el prójimo
y
velar por la paz.
Quiero
una patria vigorosa,
sin
vicios miserables
que
perviertan el corazón
de
los niños y jóvenes,
una
sociedad donde la familia
sea
el centro de atención
de
las autoridades,
libre
de corrupción,
de
violencia
y
manipulación de conciencias
a
través de los medios
vendidos
a los intereses
de
la opulencia.
Quiero
un futuro mejor
para
las nuevas generaciones,
una
patria digna,
libre
de dogmas,
autoritarismos
clasistas,
y de
infame avaricia.
Ya
no más vicios ni guerras
donde
tú pongas las armas
y yo
ponga los muertos.
Una
patria que viva en valores,
que
ame la paz, la armonía,
el
respeto a las leyes y la empatía.
Soy un
rey como tú,
no un
simple lacayo.
El
gran rey después de escuchar
al
pequeño rey,
dijo
con tono grave:
Muy
bien, para empezar
si
eres un rey
no
te dejes mandar por tus súbditos.
El
señor burgués,
el
capitalista,
el
empresario,
el
dueño de las tierras
y el
señor de las minas
deben
obedecer.
Lo
mismo haz con el banquero,
con
el petrolero
con
los líderes sindicales
y
los políticos que ostentan poder.
Tu
voz debe llegar al pueblo
con
fidelidad,
que
no la perviertan los monopolios
del
entretenimiento.
La
sociedad reclama verdades,
quiere
hechos,
no
fantasías virtuales
para
distraer su hambre.
Reparte
tus riquezas
entre
los pobres
y ya
no permitas
que
otros les roben.
Sácalos
de la miseria,
elimina
los grandes sueldos,
reduce
la burocracia,
acaba
con la impunidad,
con
el fuero y las concesiones.
El
gran rey de pronto se dio cuenta
que
tenía el mismo problema
del
pequeño rey,
aunque
el suyo era aún más grande
y
sus palabras le cayeron como
rayos
del cielo.
Incómodo
preguntó. ¿Cuál es el trato?
El pequeño
rey que había escuchado atento,
le
contestó:
Ninguno,
todo está bien.
¿Para
qué queremos un nuevo trato?
Dime
lo que tengo qué hacer
y vivamos
felices
como
reyes,
como
buenos vecinos
cual
debe ser…
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