Un deseo bajo las sábanas se
desliza
en sentido opuesto a la
sensatez;
busca acaso un pretexto
que la razón no encuentra.
No me dijiste que la noche
tiene el dulce encanto
de una pasión secreta
guardada en el corazón.
No hay ningún pendiente,
todo cabe en esta noche
donde finges dormir
y yo con el insomnio entre
la piel.
Dejas entreabierta la
ocasión,
la puerta de la habitación,
tus hermosas piernas;
mi imaginación.
Para todo hay un límite,
cuando la tentación descansa
apenas cubierta con delicado
perfume
y el aroma perfecto de tu
piel.
Un áspid se desliza en la
penumbra
y en tus caderas se detiene,
se enreda entre tus muslos
y en espirales sube y baja.
Prosigue lenta, sin prisa,
pasa por tu vientre
y busca el tibio nido
de tu pecho.
Hay en ese instante
de atrevido celo,
la cómplice sonrisa
y el suspiro ahogado.
Sigues quieta,
con los ojos cerrados,
pero tus manos acarician
suavemente mis costados.
Pegado a tu espalda
paso mis manos por tu
vientre,
mis dedos encajan en tu
ombligo,
penetran el fingido sueño
hasta hacerte despertar.
Giras tu rostro y me miras de
reojo,
la curva de tus labios dibuja una sonrisa
y dejas que el lenguaje del
amor
hable a través de nuestros
cuerpos.
Ahora eres tú la que se
mueve
como áspid en candente arena,
somos un nudo de amor,
un abrazo de fuego
y murmullos de pasión.
El alba llega y nos atrapa
con los cuerpos desnudos,
la boca llena de promesas
y de atrevidos besos.
Cómo me enamoras cada día
con tus juegos;
me encanta seguir tus reglas
caer rendido al capricho de tu antojo.
Qué inventarás de nuevo para
tenerme atado
a la curiosidad de cada
noche,
descubriendo tu divino
cuerpo
y amándonos cada día más.
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