el gran árbol selló de sombra su puerta.
Las paredes eran blancas,
pero ahora están manchadas de recuerdos.
En el suelo reptan pensamientos,
en la bruma danzan fantasmas etílicos.
Duele ver el derrumbe de los sueños,
duele escuchar el llanto de pasos solitarios.
A golpe de lágrima la oquedad se hace abismo.
Ahí tiende sus redes la araña,
ahí festeja la polilla;
se revuelca en la cama
y su risa sangra polvo
en cartas sin destino.
promesas no cumplidas.
Qué imagen se llevó el idilio,
qué negro sol cubrió la aurora
y qué del musgo que se traga
la casita de madera.
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