He mirado en tus ojos
la dulce amargura
que vendes en las calles
y en los resquicios de los restaurantes.
Azúcar quemada,
piel curtida bajo el sol,
pies descalzos.
Caminas sin rumbo fijo,
como una esperanza que muere antes de nacer.
Aún tienes alma de niña
pero en tu frente se dibujan
arrugas prematuras de una vida
que privó tus años de infancia.
Es la media noche,
con el rostro cansado,
suplicas que alguien te compre
las golosinas que ofreces.
No regateas,
sólo deseas librarte
del yugo indolente
que ata tus pies a la suerte.
Un peso, un chicle más que se vende.
Levantas la mirada,
un temblor de labios que quiso ser gracias.
Caminas incertidumbre,
sobre tus hombros soportas
la inmoral apatía de todos los hombres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario