Antes de poseer tu virginal esencia, me
gusta escudriñar con mi nariz cada detalle de tus formas, llenar mis pulmones
con el olor característico de la novedad. Deslizo mis dedos por entre la línea que
separa tus delicadas partes, miro la serpentina negra que hace espacio en la
atrevida historia. Me gusta sentirte así, palparte así, imaginarte así; en tus
imágenes que ilustran mi apasionado pensamiento, mientras mis ojos se van
comiendo la entremezcla de nácar piel y el brío de signos
intrépidos, atados a los traviesos dedos que columpian tus curvas de
hembra en celo, siempre dispuesta a dar lo mejor de ti.
Mi cuarto es el lugar
donde establezco el rito, esa decisión me pertenece. Sabes que estando ahí no
habrá poder que me separe de ti. Me dejas imaginar detalles oscuros de tus
historias y me cuentas con tu propio
cuerpo otras hermosas hechuras de tu forma. Me como tu esencia hasta sentirme harto,
satisfecho como siempre cada que la
intimidad nos encuentra, como ya saben mis manos cuando tomo tu espalda recta
con mi mano izquierda, mientras gozo en la profunda sabiduría de tu muda voz
desgranando tus secretos.
Eres mi costumbre, mi
extremo hábito. Mi pasión primera y última. Eres parte esencial de mi vida, ya
no puedo mirar el mundo sin tu sabiduría. Mi experiencia está atada a tu propia
experiencia y al compenetrarnos los dos hemos trascendido más allá de nuestras
diferencias. Yo te amo y a ti te gusta abandonarte entre mis manos.
Pobres mis palabras ante
la magnitud divina que brota de ti como un tesoro. Solo puedo reconocer que
mientas viva, tu lectura es el camino que me anima todos los días a la compulsiva
felicidad de poseerte en tu esplendor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario