En
la intrincada selva de la vida,
el
destino marcó mi origen
para
dar a mi casta estampa y poder
por
encima de cualquier especie.
Nací
depredador,
instinto
salvaje
y
fuerza bruta para el combate.
Crecí
rodeado del peligro habitual
y
superé cualquier duda
sobre
mi ancestral linaje.
Reiné
hasta los confines
que
mi herencia
delimitó
con aguda sabiduría.
Casualidad
o predestino,
quiso
que mis pasos
se cruzaran con los tuyos
a la
vera del camino.
No
me dijiste que también corría por tus venas
sangre
intrépida de cazadora furtiva,
camuflada
en tu exuberante belleza
de
curvas estilizadas y felino porte.
Cometí
el error del principiante
cuando
creía tenerlo todo.
Me
abandoné por un instante
y
perdí el control de mis instintos naturales.
Mi
espíritu de fiera indomable
se
recostó en tu regazo a dormir la tarde
mientras
tus seductoras artes
fascinaban mis sentidos.
Dormí
el sueño del ingenuo
y
cuando desperté ya era demasiado tarde.
Si
tu traición tenía la intención de lastimarme
y
causarme un dolor inmerecido
lo
lograste.
Pero
mejor lo hubieras hecho de una vez;
arrancarme
la vida
y no
dejarme mortalmente herido
lamiendo
mis heridas.
Porque
en esta lenta agonía
mi
instinto arcaico se reveló
a
ser vencido sin oponer tenaz empeño.
Con
el último aliento de vida
saco
fuerza para sobreponerme
a la
traición que me domina.
El
coraje sublima mi entereza,
viene
desde mi interior
como
parte de mi naturaleza.
Soy
un bestia nacida para cazar
y no
presa para el depredador,
no
moriré sin antes dar pelea.
Debiste arrancarme el corazón y
comértelo
al instante
porque
con el tuyo eso haré
para
lavar la afrenta que sin motivo
me
causaste.
No
creas que es venganza
u
odio desmedido,
es solo
cuestión de puro instinto.
Con
la espalda mordiendo el polvo
mis
dientes buscan tus entrañas,
se
hincan en turgentes carnes.
Festín
de zarpazos
y
mordidas consumen la tarde
hasta
que solo quedan
los
crujientes huesos de la luna.
Me
queda suficiente razón
y
mucho orgullo.
Estás
vencida.
Y en mi último aliento
decido
arrancarme el corazón
para
ponerlo en el lugar
donde
antes palpitó el tuyo.
Como
buen luchador errante de la vida
podrá
ahora morir el cuerpo,
mas
nunca se apagará mi luz
mientras
en tus entrañas yo viva.
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