Le gusta husmear en mis
recuerdos, meterse en los detalles de mi vida, remover tristezas, desempolvar
alegrías añejas. Adelanta las manecillas del reloj cuando más prisa tengo. Todo
lo pone en un lugar que luego no encuentro, entonces se ríe de mis apuros pero no perdona atrasos ni disculpas. A veces me pregunto qué le pasa, quizás ya
está demasiado viejo y camina lento cuando necesito que corra al parejo. Le
gusta esconderse lejos de mi presencia, de reojo me mira desde su trinchera y
bosteza con mi pereza. Tiene el sueño pesado y se acurruca en cualquier espacio
que dejo. Parece que se esconde cuando viajo,
se va muy de prisa si le reclamo o se queda quieto ante mi impaciencia. No lo
comprendo y sin embargo, reconozco que es un gran sabio. Le gusta mirar de
lejos pero nunca habla ni da consejos. Quisiera interpretar su silencio para aprender
muchas cosas importantes en la vida: llevar todo a su ritmo, darle a cada cosa
su lugar, y a él en particular, nunca apremiarle; tampoco dejarle hacer lo que quiera. “Hay que dar tiempo al
tiempo”, reza un refrán, pero en la realidad es lo que menos tengo. Y es que a
veces me parece que se detiene abrupto, como un tren en cada estación, pero
otras viaja tan aprisa que no quiere llevarme a donde voy. ¿Es él quien transcurre en mi vida? ¿Soy yo
quien pasa por él? ¿Por qué cuando
espero se hace eterno? ¿Por qué cuando estoy con él fluye como el
viento? Yo no entiendo por qué se jacta de mí,
me hace trampa, me engaña, juega, ríe, se esconde, me ignora. Es que con
sus años se ha vuelto loco y da vueltas y revueltas sin tino ni dirección. Es
un tirano que explota mis sentidos, que me roba mis emociones y se lleva mis
sueños. Con él no puedo jugar aunque se divierte conmigo, no es nada serio, en sus
barbas carga el destino y no le importa cortarlas si siente fastidio. No lo
entiendo, aunque siempre esté conmigo. A fin de cuentas se porta como un niño
travieso pero es mi mejor amigo. Algún
día, tal vez entonces lo comprenda y pueda ser como él, sin edad, sin origen,
ni destino. Él es mi viejo amigo el
tiempo.
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