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jueves, 19 de julio de 2012

A ese que fue


A  ese que fue
algo importante en tu vida
quítale el alma,
arráncale el corazón
y cuando nada vivo
quede impregnando tus sentidos,
saca de tu pensamiento todo recuerdo,
todo sentimiento de tu pecho,
todo ese tiempo vivido junto a él.
Que no quede nada,
ningún rastro del pasado,
ninguna pista que te lleve
a estar presente en un espacio
y en un tiempo cuya esencia expiró
sin que  hicieras algo para evitarlo.
A ese que fue,
algo importante en tu vida,
despójalo  de lo último que tiene;
aprieta un poco más
la coraza que estruja  su  congoja,
ya  no quiere  la locura de vivir
muriendo  en los labios  del silencio.
Y cuando  no puedas quitarle
 más de lo que tú misma le ofreciste;  
tiemble de frío tu corazón marchito.
Un día te dijo que era todo para ti,
que florecía  blanca espuma sobre las olas
en el vaivén eterno de la suerte;
también te dijo que  eras todo para él,
pero ya no fue lo mismo  desde que te conoció
y dejó de verte.
 Tú debiste estar  con él hasta el último instante
pero partiste.
Ya no importa que haya  frio en ambas partes
porque también de frío se muere,
como eterna palabra que naufraga en oceánica sintaxis,
soliloquio de estrellas;
cántico de profundidades celestes.



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