A ese que fue
algo importante en
tu vida
quítale el alma,
arráncale el
corazón
y cuando nada vivo
quede impregnando
tus sentidos,
saca de tu
pensamiento todo recuerdo,
todo sentimiento de
tu pecho,
todo ese tiempo
vivido junto a él.
Que no quede nada,
ningún rastro del
pasado,
ninguna pista que
te lleve
a estar presente en
un espacio
y en un tiempo cuya
esencia expiró
sin que hicieras algo para evitarlo.
A ese que fue,
algo importante en
tu vida,
despójalo de lo último que tiene;
aprieta un poco más
la coraza que
estruja su congoja,
ya no quiere la locura de vivir
muriendo en los labios del silencio.
Y cuando no puedas quitarle
más de lo que tú misma le ofreciste;
tiemble de frío tu
corazón marchito.
Un día te dijo que
era todo para ti,
que florecía blanca espuma sobre las olas
en el vaivén eterno
de la suerte;
también te dijo que
eras todo para él,
pero ya no fue lo
mismo desde que te conoció
y dejó de verte.
Tú debiste estar con él hasta el último instante
pero partiste.
Ya no importa que
haya frio en ambas partes
porque también de
frío se muere,
como eterna palabra
que naufraga en oceánica sintaxis,
soliloquio de
estrellas;
cántico de
profundidades celestes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario