De
la intrincada madeja de mi vida,
el
amor fue el lazo que unió nuestros corazones;
de
esa vuelta deshilé gratos recuerdos
de
aquella relación tan bella.
Desanudé
viejas ideas que anclaron mis versos
al
encanto de tu risa,
hilvané
chiste tras chiste;
anécdotas
y ocurrencias para ganarme tu atención,
para
sentirme parte de tu vida
pero
también desenredé intrigas,
deshice tramas que perturbaron
la
armonía de nuestro amor.
Y
entre surcir y remendar detalles,
gasté
toda la madeja para evitar
se
hiciera pedazos este pobre corazón.
Pero
ni los mejores recuerdos,
las
más brillantes ideas,
los
momentos más vívidos,
devolverán
la alegría a este corazón
que
llora tu ausencia.
Ni
los besos más dulces,
las
caricias más tiernas,
las
palabras más bellas,
devolverán
aquella felicidad que sintió
mi
corazón atado al tuyo.
Mi
vida se embrolló en una red
de
intrincados nudos que ahora me atan
a
la soledad perpetua.
Mi
vida se enredó en delgados hilos de histeria,
los
nervios como agujas se incrustan,
mi
corazón en un hilo a punto de romper…
mi
alma pende de una esperanza muerta.
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