Porque
no espero de la vida
un
regalo más para alegrarme,
porque
sentado a la sombra
de
un viejo árbol
disfruto
del paisaje que ante mí
se
abre como las alas de una hermosa ave
y me
lleva a los confines más secretos
de
la tarde.
Respiro
lento y profundo,
lleno
mi alma de paz
porque
todo lo que he hecho
ha
sido con fervor, pasión y fe.
Me
doy un tiempo a solas
en
la inmensidad de la naturaleza,
estoy
a la vera de un camino
poco
transitado,
me
he quitado los zapatos
y
camino un trecho con los pies descalzos.
Siento
fluir la energía de la naturaleza
por
todo mi cuerpo.
Recordé
mi niñez
y
sonreí por aquel tiempo
en que
fui feliz entre tanta carencia
de
cosas materiales
pero
incomparable de riquezas
y
experiencias
compartiendo
juegos con mis hermanos
aquellas
interminables tardes.
Un
camino serpentino y pedregoso
que se
pierde entre la bruma de la tarde,
me
inspira a repetir viejos recuerdos.
Sigo
el caminito de hormigas arrieras,
atrapo
grillos para contar sus patas;
quién
me viera volteando piedras
y
revolviendo la hojarasca
para
recolectar chinchillas,
ciempiés
y alguno que otro bicho raro.
Vuelve
a florecer mi fe,
las
raíces de mi herencia
clavan
sus recuerdos en mi memoria
y
echan flores que perfuman mis sentidos.
Esto
es felicidad en tiempos de carencia emocional.
Adentro
mis palabras en el oscuro silencio
del
tiempo perdido,
vierto
la miel de los recuerdos
en
los labios del destino,
y
nuevamente suspiro cuando voy de regreso
al
mundo de los vivos.
Porque
todo y nada he tenido para ser feliz,
porque
ya nada espero,
estoy
en paz conmigo mismo
disfrutando
lo que la vida quiera regalarme.
Muy bellas líneas que invitan a la reflexión. Gracias maestro.
ResponderEliminarHola Eli, gracias a ti por tu comentario.
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