Hoy me comeré la costumbre,
tomaré de todo hasta hartarme.
Sirvo un plato de caliente soledad,
sirvo un vaso lleno de vacío.
Como lento,
mascando hasta el último suspiro
y a sorbos muy pequeños
bebo el pensamiento.
A mi lado
una dama se ha sentado.
¡Cómo te llamas?
Tristeza.
De postre hay amargura endulzada con ayer.
Satisfecha me contesta.
La mesa limpia y sola dice adiós.
Sale colgada de mi brazo,
de mi boca pende un sonrisa.
Acompaño a una dama,
amanecí con suerte.
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