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sábado, 16 de octubre de 2010

Amanecí con suerte

Hoy me comeré la costumbre,
tomaré de todo hasta hartarme.
Sirvo un plato de caliente soledad,
sirvo un vaso lleno de vacío.
Como lento,
mascando hasta el último suspiro
y a sorbos muy pequeños
bebo el pensamiento.
A mi lado
una dama se ha sentado.
¡Cómo te llamas?
Tristeza.
De postre hay amargura endulzada con ayer.
Satisfecha me contesta.
La mesa limpia y sola dice adiós.
Sale colgada de mi brazo,
de mi boca pende un sonrisa.
Acompaño a una dama,
amanecí con suerte.

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