Bienvenido

domingo, 17 de octubre de 2010

La herencia perfecta

Retorna el eco su voz,
la montaña se avergüenza de la condición humana.
Le oigo decir que el mundo
compró una máscara antigases
para no oler su putrefacta obra.

Se han creído dioses,
todo cambian con su vara tecnológica.
El hierro era el centro de la tierra;
hoy tiene alas y ponzoña.
Rugen bestias devoradoras de hombres
vomitan fuego sobre fuego,
engendran mutantes atómicos,
mareas negras.

Crece una rosa púrpura en la piel de los infantes;
deambulan juguetes sin dueño,
rostros sin alma,
se ahogan de sed y revientan de hambruna.
Brillan cual áureas medallas;
adornan la inmoral
de algún genio estratega.

Seis caras tiene la muerte,
ocho aristas y ningún saludo,
el ego quebrantó la ley del universo,
se creyó perfecto.
Le oigo decir en su verdad mentiras,
que no existe el tiempo ni destino.

Una piedra se hace polvo
en un relámpago de balas,
ilumina una patria agónica.
Una crótalo en el desierto;
su huella sangra hipocresía,
engaña a los muertos que aún deambulan.

A donde van los desterrados
no es necesario cargar con la memoria,
no necesitarán de sol ni de un mañana.
heredarán una esfera cúbica,
ardiente cáliz,
y con la cara al suelo
adorarán la antítesis,
el equlilibrio perfecto del caos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario