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sábado, 9 de octubre de 2010

Eternidad

































Supiste de un destino,
no lloraste.
Más bien,
esquiva tu mirada de esa vida,
de esa suerte.
A tus pies rodaron cabeza,
brazos, corazón.
Los ojos vieron más que el pensamiento,
flotó el alma
y por más que rogó en el infinito
no perderse,
se perdió.
Vuela errante,
polvo de estrella,
se expande con los días
y del cosmos las fronteras acaricia.
Es vacío entre los átomos,
tiempo que no existe,
un recuerdo ya ignorado.


Noches bohemias,
fiebre mundana enraizada hasta los huesos,
ósculos de amor profano.
Las noches oyeron risas,
se hartaron de lisonjas,
se nublaron.
La espiga tierna,
saturada de vaivenes fantasea,
queriendo asir la antorcha libertora
sus alas quema en los placeres.
El cuerpo lleva la marca del oprobio,
el alma,
el alma dormita en cualquier quicio.


Sola y en penumbras miras las estrellas.
¿Dónde estás?
Preguntas.
En la oscuridad del cielo
no mayor que la del alma,
la humedad fugazmente se atraviesa,
enjugas con el dorso tu ceguera
y al fin,
con un palmo la ventana cierras.
"No es igual", murmuras.


La oscuridad desde el limbo he visto,
no hay espacio que no cubra,
no hay tiempo que no viva.
Todo,
desde el día que tu voz me echó al vacío,
la huella de tus pasos he seguido.
Bailé hasta el delirio tus locuras,
mordí tus labios encendidos,
y dormida o despierta
fundí mi cuerpo con el tuyo.


¡Magnánimo en prodigios el Altísimo!
Le pedí en las venas sangre nueva,
y a mis átomos unir volviera.
El cuerpo hecho jirones,
brazos, pies, cabeza,
del tiempo cobra forma.
Al paso corto flores encendidas,
en las manos aún sangrando el corazón.
"No puedo verte sufrir,
antes prefiero el desafío".


El perdón no pido.
En penumbras camino al lecho,
doblo nuevamente las rodillas,
qué importa herida sobre herida.
Los párpados caídos lloran,
sueñan con un desconocido.
Quien te besa,
llora junto a tí.




Hora del exilio.
Despiertas.
Salobre el terciopelo,
húmedos los pétalos de flores en tus manos.
En tu nido cual escarcha
las estrellas su perfume aún destilan.
El espejo no miente,
te ves hermosa.
Peinas tus cabellos mientras sueñas.
El contraste de tus noches te atormenta.
Caminas sola,
por las calles,
por los parques.
En tu cuarto,
"¿Dónde, dónde estás?"
Los pasos pintan un arcoiris.
Arriba,
con las alas rotas,
un suspiro.











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