Arráncale al tiempo lo vivido,
y guárdalo en el desván
del inconsciente.
Despinta el rosa de tu cara
y guárdala donde no haya luz.
Tu piel que huele a mí,
despréndela del cuerpo
y si el calor del tiempo
hace arder tu carne,
guárdala también.
Que no quede nada mío en tu persona,
esconde hasta en el último rincón mi nombre
y a esa boca que no habla
ponle llave.
No sea que tus sueños te traicionen
y le digas al fantasma
que en tu cuarto ronda cuando duermes
¡Ven, cariño mío, ven!
¡Te necesito!
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