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domingo, 7 de noviembre de 2010

Delirium

mis versos, eternos suicidas,
caminan etílicos
entre gastadas páginas.
mis pensamientos ven fantasmas.
¿Hace cuánto que no duermo?
El dolor con que mido los renglones
sabe a tierra,
las rimas se me escapan,
camino a casa con la cara rota,
nubes en el cielo:
dos caminos inundados.
En una esquina,
la inconciencia se revierte,
agoniza el suelo.
Fumo un cigarro de torpeza.
¿Pasarán frío mis versos?
La palabra está sucia,
en harapos tocará la puerta,
pedirá un espacio dónde refugiarse.
Rumio incertidumbre,
digiero comas, acentos;
mi nariz enraíza un bosque,
el humo hace bailar duendes,
cierro los ojos, duermo.
El verso camina por mi cuerpo,
me lleva a un foso negro
donde las hormigas se comen
mis cansados ojos.
Si encontrara la página
pero te la llevaste.
El sol entre mis cuencas pregunta
¿Qué horas son?
Hora de la vergüenza,
me descubro ciego.

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