Una pregunta te ha sorprendido,
no quieres hablar conmigo
y te refugias en el silencio
como el mártir en la hoguera.
Una pregunta que tiene
la intención de aclarar las cosas,
y despejar la duda cual si fuera
un cielo sin borrascas,
libre de los grises cúmulos.
Tienes miedo de hablar
y de vaciar tu alma
de las aguas turbulentas
que se agitan en tu pecho.
No, no soy el que duda
y te pregunta,
yo tengo en los labios la respuesta
y sólo espero la confirmes
con besos y caricias.
Hoy no caeré rendido
al verte tan desprotegida,
yo sé que puedes salir
del silencio en que te escondes.
No soy tu verdugo, ni tu juez;
soy el amor que te espera
en tus premuras
y en los remansos tranquilos
de tu vida.
Tienes que ser fuerte
abrir tu corazón
y desangrar el temor
que te atosiga.
Tienes que ser breve, sincera, precisa;
sin una duda que empañe
la confianza mutua y la alegría.
¡Háblame con la verdad!
Borra tus temores,
¿Me quieres? Dímelo,
entrégate sin reservas,
no me huyas,
no pienses que mi pregunta quiere
complicarte la existencia.
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