Estoy cansado de buscar en los placeres
el amor que siempre me negaste
y he tenido entre mis brazos a mujeres
desde el día que cruelmente me dejaste.
En otras bocas las fugaces y atrevidas
caricias he tratado de encontrar,
que tus labios rojos, como heridas,
un día me invitaron a gozar.
Pero el agridulce sabor a incertidumbre
nunca más podré hallarlo que en tu boca.
Impregnaste mis huesos con tu nombre
y en mis labios enredaste el ansia loca.
En verdad, fueron brevísimos instantes
que tú y yo solos pudimos compartir,
nunca permitiste que mis sueños anhelantes
se hicieran realidad, supiste bien fingir.
Te he amado siempre, tú nunca me quisiste.
yo en cada beso te entregaba el corazón,
tú en cambio al besarme sólo viste
en el instante un desahogo a tu pasión.
Y aunque nunca fuiste mía totalmente
no me quejo,
al alma mía le bastó con conocerte;
saber que el corazón te dejo
porque siempre he de quererte.
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