he dicho adiós sin ser mi intención;
un adiós inesperado
que cortó de tajo los sueños.
Nos vamos cada quien por su lado
pero ya nada es igual en nuestras vidas.
Nos dijimos adiós sin una última mirada
sin un beso de despedida,
y así, ausente una caricia
para soportar tanta desdicha,
nos dijimos adiós callados y distantes.
Nuestra palabra se leyó fría,
sin una sonrisa
sin una lágrima;
ajena y vaga.
Pesa un adiós final
cuando el amor aún está vivo,
cuando más se quería
y pesa este adiós como un castigo perpetuo
injusto, inmerecido;
porque queriéndote tanto
no pude jamás demostrarlo;
porque queriéndome tanto
pudo más la censura
y me dejaste partir en silencio,
desterrado y mudo.
No sé cómo te va
pero te extraño,
deseo mirarte una vez más
tomar tu mano suavemente entre las mías,
darte un dulce beso
y decirte que te quiero
como nunca he querido.
Deseo escuchar tu voz
aunque sea el eco de un adiós
que se empieza a diluir
con el paso de los días;
entonces cierro los ojos y pienso
que sigo contigo
en ese acuerdo de disimular
lo que fuimos.
Una pareja escondida,
que nadie vio,
que sólo nosotros supimos.
Por eso nos vamos
como dos desconocidos,
será como siempre fue;
lejos, ajenos;
quizás fingimos tan bien
quizás fingimos tan bien
que hasta nosotros creímos.
Y no sé tú, pero yo
escribo esto para olvidar.
Estoy cerrando la puerta
para seguir adelante,
dolerá ya no vernos
pero el tiempo
curará nuestros males
y un día con un nuevo amor
seremos felices.
Ya ves, sin rencor,
sin darnos la cara,
sin estrechar nuestras manos,
sin explicarnos por qué,
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