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jueves, 26 de agosto de 2010

Las quieren sólo carne

Corrí sin descanso por la aguda roca,
bajaron las estrellas a romperse en las caletas,
ya nadie las mira en las noches.
Ellos las quieren hembras,
las quieren sólo carne
y que la piel nunca se arrugue.
Bajaron las estrellas,
se estrellaron en la arena
con la esperanza que el sol las caliente por un día,
mientras su luz se dispersa húmeda,
en un atardecer que huele
sólo a sudor y risa incoherente.
Porque una mujer al hombre ya no inspira
más que codicia,
sexo débil que se prostituye
por unos cuantos besos.
Seguiré corriendo hasta alcanzar alguna cébil,
allá tras la tarde luego que el ocaso
se lleve el calor de una pasión efímera,
o el alma se me rompa en el filo de un suspiro.


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