Lloré por ti por última vez,
no por haberte olvidado
ni falta de amor,
sino porque mis lágrimas se agotaron.
Lloré por ti desde aquel día,
de aquella llamada donde me dices
que te vas de mi vida,
que ya no pondrás más en riesgo
tu destino hecho a escondidas.
Lloré como nunca había llorado,
lloré porque sabía que te estaba perdiendo,
y de mi vida
empezabas a partir sin pena ni gloria.
Lloré por ti,
deseándote lo mejor de ese mundo desconocido,
porque a pesar de todo
encontraras la paz y el amor
como el que conmigo habías tenido.
Lloré por ti
porque tu partida era eterna
y ya nada podría volver a acercarnos.
Lloré por este amor que me desgarra el alma,
por este maldito amor que me mata,
porque aun queriéndote
te desterraba.
Pero fue mejor así,
ya no pensar en ti ninguna otra vez,
imaginar que te moriste hace mucho
que ya no vives más.
Me he esforzado para creer,
que nunca te conocí,
que nunca mis ojos te vieron,
que me enamoré de un ideal
y me dejé llevar por la sombra del amor.
Lloré por nosotros,
por lo que nunca fuimos,
por lo que nunca hicimos,
por lo que nunca compartimos
a pesar de haber vivido juntos.
Y lloré de una vez hasta que mis lágrimas se acabaron,
hasta que en mi rostro quedaron los surcos
como cicatrices de este gran amor que se moría
inevitable.
Lloré por todos estos años atado a ti
por todos mis días muertos
por todos mis pensamientos frustrados
y me sentí vacío
y me sentí tan triste
sentado en esa banca del parque aquel donde nos vimos
por primera y última vez.
Nadie me vio llorar,
nadie tengo de testigo,
pero fue así como empecé
de nuevo a caminar.
Me arranqué el corazón
y lo tiré junto a ti,
me lo arranqué de una vez
y para siempre.
Prometí no volver a querer como te quise
no volver a amar como te amé.
Nadie me hará daño,
no volveré a sufrir.
Viviré como viven la mayoría de los seres humanos,
egoísta de mis sueños,
guardando sólo para mí los triunfos,
las derrotas
y una lágrima jamás dejará su huella sobre el rostro
ya con los surcos de la edad profundos;
ya con los signos de la edad
haciendo mella…y tú,
en el fondo del olvido no sabré quién eres.
Al pasar junto a ti
lo haré como un perfecto desconocido
y tú no sabrás quién soy
porque no signifiqué nada en tu vida,
no valoraste todo lo que te di;
preferiste cerrar los ojos
y escuchar los consejos
de personas ajenas a los dos
y aun cuando ya sabías el final de esta historia
te atreviste a poner el punto final
sin darme tregua.
Me lo dijiste varias veces
sin que yo pudiera entender
la verdad de tus palabras.
Pero es lo que querías,
estarás contenta con mi partida.
Quizás sólo fui
una experiencia más en tu vida,
algo nuevo que se prueba y se tira.
Tu tiempo
un horizonte extenso de posibilidades
y de dudas;
mi tiempo apenas lo que dura
la flama de una pasión encendida;
Dos magnitudes diferentes convergiendo en un
diminuto periodo en que nuestras vidas
por una paradoja del destino se cruzaron
y se alejan…
con los ojos secos
y el alma vacía.
Una pareja perfecta
de perpendiculares
infinitas….
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