Un día nos veremos;
tus ojos,
mis ojos,
entenderán la caída breve
de una lágrima.
Miraremos nuestros cuerpos,
templos de amor incomparable.
Miraremos con nostalgia nuestros brazos,
extremos de un mismo puente
donde nunca cruzó lascivia
ni pasión malsana.
Un día nos veremos recogiendo la cosecha
de otros tiempos.
Será un segundo con esencia de prohibido,
de cómplice inocencia
para pedir perdón por el pecado hecho.
Un día nos veremos callados y distantes,
nos veremos en el espejo de la vida,
en ese tiempo de ausencia
y ardientes súplicas.
Nos veremos en la memoria
como estatuas nunca develadas,
nos veremos sin hablar
cruzando la misma calle;
tú del brazo de un nuevo destino;
yo, evitando el retorno de mis ojos para verte,
rogando que este sueño
no se haga realidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario