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sábado, 24 de agosto de 2013

Viento






Tú, que sabes guardar silencio
cuando el alma te confiesa sus secretos,
que vuelas sin necesidad de alas
como el pensamiento,
que agitas los océanos
y levantas tolvaneras
en el más seco de los desiertos.


Tú, que no necesitas un cuerpo tangible
para acariciar la piel,
que silbas alegre entre ramas y follaje,
que gustas enredarte en blonda cabellera
y jugar, travieso infante, elevando los cometas.


No te detengas ahora,
fluye, reverbera en el infinito gozo
del amante corazón,
llévale el susurro de un te quiero,
salta del silencio al chasquido
de un apasionado beso.


Tú, que avivas el fuego del deseo,
que prolongas el sueño más allá de la razón,
empuja las alas de este pensamiento mío
y lleva a su presencia el mejor regalo
que un hombre puede darle a una mujer.


Dile que cuando no está conmigo,
la sueño noche y día,
dile que cuando no estoy con ella
igual de intenso la quiero
y le escribo mil versos de amor.


Fluye, sopla, arroba su hermosura con mi anhelo,
dile que cuando no estoy con ella
tan solo quiero el dulce canto que le brota
cual perfume de su enamorado corazón.


Dile cuánto ansío su presencia,
su recuerdo es lo único que alegra mientras vuelve
para brindarle a manos llenas mi cariño,
y este amor tan puro que por ella 
guardo cual tesoro digno de su alteza.



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