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domingo, 19 de agosto de 2012

La última carta



Fascinado en leer su última carta, 
escudriñé cada palabra hasta agotar los sinónimos, 
me dejé llevar por esa emoción indescriptible 
de saber que era ella la que abría su corazón
 para llenarme con las primicias de su amor. 
El tiempo me tomó una foto 
leyendo una y otra vez aquel mensaje 
plasmado con sus manos en un momento de su vida,
 mientras forjaba en experiencias su destino. 
No miré que con los días el papel se hizo viejo,
 los dobleces llegaron a ser desgarradores surcos 
en el amarillo color de añeja espera. 
Y aquellas palabras que me causaron tanta alegría, 
de pronto fueron agudas espinas que traspasaron mi corazón. 
No supe cuándo se fue de mi vida, 
no sé si de verdad me amó; 
me di cuenta que estaba solo, 
hasta  que sacudí de mis manos las cenizas de ese amor 
que ardió y expiró en su propio fuego 
y pude al fin librarme de la nostalgia; 
del genuino deseo por poseer 
lo que nunca jamás realmente existió.


jueves, 9 de agosto de 2012

Sé que me esperas


No importa cómo me llames,
aquí estás como de costumbre,
esperándome.
Te has preparado deliberadamente para este encuentro
a sabiendas que seré rudo contigo.
Estoy seguro que deseas en secreto
mi arribo tan anunciado y lento.
En tu refugio todo está dispuesto para una noche
de abruptas sensaciones.
El reloj se detiene
mientras acerco mis brazos
hasta tus bordes.
Vibran tus  playas y esteros
cuando levanto tu falda de arena
con oleadas de espuma y viento.
Mis primeros suspiros hacen bailar
palmeras frenéticas y mi aliento deja escuchar
incesante resoplo que poco a poco sube de intensidad.
Estoy sobre de ti con el ímpetu de mi naturaleza,
impongo mi fuerza sobre tu delirante cuerpo,
rasgo tus carnes, provoco tus miedos.
Son tus montes  débiles protestas
que se desvanecen mientras avanzo dentro de ti
hasta derribar la última resistencia.
Mi cuerpo gira en ventiscas
y empapa tu rostro hasta arrancarte
espasmos de dolor y pena.
Desnuda, arrasada, 
titiritas entre torrenciales aguaceros,
mis manos se desbordan, desgajo árboles,
doblego la espesura de tu  selva
hasta hacerla alfombra de mis besos.
Y en esta posesión frenética
sabemos que los dos estamos condenados
a vivir esta experiencia como ha sido siempre
desde que existimos.
Cada año con eventuales excepciones
esperas que llegue,
te vistes con tus verdes galas,
desdoblas nuevamente
tu falda blanca de arena
y me esperas,
me esperas con temor,
con curiosidad,
casi con morbo.
Yo huracán,
tú Quintana Roo,
fuimos hechos el uno para el otro.
Así fue escrito el pretérito
y  en los anales del tiempo
nuestros encuentros serán ecos
de una historia de nunca acabar.







martes, 7 de agosto de 2012

Yo no tengo la culpa




Yo no tengo la culpa de haber nacido pobre
en un humilde hogar,
hijo de campesino, obrero, jornalero;
gente del pueblo con ganas de trabajar
pero que no halla empleo
con esta crisis que cada día aprieta más.
Si vivo recogiendo las migajas,
regalando mi esfuerzo a quien no paga,
no es porque yo quiera.
Si vendo chicles, recolecto latas sucias,
vacío el cesto de  basura o pido limosna,
no es porque me guste.
No escogí nacer en la miseria, no escogí sufrir,
padecer hambre, frío,
 o pepenar frente a tu puerta.
Te avergüenza mi pobreza,
mis manos toscas,
mi piel quemada por el sol
y los surcos del dolor marcados en mi cara.
Discriminas mi origen
y marginas mi existencia
de tu mundo de opulencia
vestido de etiqueta, carro de lujo,
perfumes caros y arrogancia extrema.
Me juzgas sin pensar que soy lo que tú haz hecho
con mi patria  y su grandeza.
Soy humano como tú,
aunque sucio ando por la vida,
tengo  limpio el corazón  bañado por el llanto
y el consuelo del perdón.
En mi cielo azul el horizonte
se mide con montañas de basura,
ahí pepeno a diario,
juego, río y lloro
y me olvido del dolor.
Me enfada llegar hasta tu mesa
y ver que comes los manjares que me niegas.
No tengo a nadie que me ayude a mejorar mi vida
aquí abajo solo huele a suciedad,
la basura que dejas después de tus campañas.
Tus promesas, tus falacias y mentiras
solo abren cicatrices que causan más  dolor y pena.
La impotencia me corroe atado a esta miseria.
Se te olvidó luchar por las causas sociales
darle a tu hermano de etnia
la igualdad de los bienes materiales,
el progreso que pregonas
y que al fin son para tus familiares.
Mi patria necesita ciudadanos con valores,
es inmoral que discrimines y desprecies tus raíces.
Vendo chicles,
gano apenas para sobrevivir honradamente,
y sin embargo en mi ignorancia la injusticia me conmueve.
Me he quitado el mendrugo de pan
para dárselo a mi perro si los dos tenemos hambre.
Pero tú, que tienes el poder de acabar con la miseria
te ciegas con los reflectores, el dinero fácil, la avaricia;
te has vuelto especulador, acumulador,  irracional,
y sin embargo culpas a otros de lo inmoral
y corrupto de este suelo  que nos da la vida.
Tú naciste en un hogar que lo ha tenido todo,
vives como rey desde el primer día de tu vida,
nada te ha faltado, ninguna pena te ha tocado.
No escogiste  el lugar para nacer,
pero tienes la responsabilidad de cambiar
la desigualdad social que vivimos en la misma patria.
Tú que haces las leyes,
tú que administras los recursos,
tú que planeas la infraestructura,
tú que administras la justicia
tú que representas la ley,
tú que naciste en la riqueza,
tú que siempre has gobernado,
cumple con tu responsabilidad.
Ponte en mi lugar
vive con el salario mínimo,
ponte mi ropa vieja,
quítate los zapatos
y camina el recorrido diario
de mi casa hasta el trabajo,
come lo que hay en mi mesa,
duerme en mi cama de cartón,
cúbrete con la misma manta
del frío que se cuela por las grietas
de esta choza hecha de trapos
y retazos de madera.
Sufre un poco del dolor que siento
sin medicamentos,
vive un poco de esta miseria diaria
que me arrastra a la desesperanza
al hastío y al dolor.
Vive un poco la impotencia que carcome el alma
cuando ves sufrir a un familiar
y no puedes  ayudarlo.
Si puedes soportar un día de esta vida,
di que mi petición es irracional.
Tú naciste en un lugar donde las decisiones
se pueden tomar para hacer más justo
este pedazo de tierra donde nacimos.
Esta patria te lo demanda,
te lo demando yo,
un simple ventero de chicles
que por necesidad se acercó a ti.
Está en tus manos nuestro destino,
cumple con tu responsabilidad,
si no puedes,  deja que otro lo haga en tu lugar.





mujer



¿Qué espacio hay que no albergue tu presencia?,
¿qué tiempo transcurre que no cumpla tu palabra?
La naturaleza pertenece a tu divino género,
como tú, la luna ilumina nuestras noches más oscuras,
la noche en sí misma tiene ese poder de arrullarnos
con la tranquilidad de soñar en tu plácido regazo.
La paz que infunde evocar tu nombre
tiene también la virtud de allanar el corazón
para conmovernos ante el dolor del mundo.
La bondad es un frondoso árbol que cobija tus acciones;
la nobleza, una cualidad que brota de tu alma.
¿Cuántas palabras más están escritas
en tu mismo género?
Alegría, felicidad, amistad, pasión;
la creación misma corresponde a tu categoría.
Y es bueno que así sea,
porque sin esta parte que armonizas
con amor, hogar, sueño, destino,
no estaría completo muestro universo,
no tendría sentido nuestra vida.
Mujer, tú embelleces todo,
basta tu presencia para recrear el paraíso:
belleza, armonía, perfección.
Mujer, eres tú para alegrar el corazón del hombre,
mujer para simbolizar todo el amor
que hay sobre la faz de la tierra.
Mujer, la naturaleza está bendita con tu esencia,
eres fruto y semilla de la creación,
tu presencia es plenitud y fuente de alegría.
Mujer divina que haces de la vida
un canto de armonía sin igual.
Mujer, obra perfecta de la creación.

jueves, 2 de agosto de 2012

Esa mujer me quiere



Una rosa roja brota de la tierra:
es su sangre,
su vida,
su esencia
que perfuma el corazón del hombre.

Una cascada de agua cristalina:
se despeña,
cae,
canta;
es la voz de la naturaleza
que arrulla los sueños del hombre.

Un cielo plagado de estrellas:
guía,
motiva,
trasciende hasta el alba;
son los ojos de Dios
que iluminan el alma del hombre.

Una mujer:
es un botón de rosa
que se abre para perfumar la vida,
es su voz como cascada de agua cristalina
para aliviar la sed,
es su mirada luz
en las sombrías noches de soledad.

Es perfecta como el amor
que nace en el corazón
al verla,
escucharla,
sentirla.

Esa mujer me quiere,
es mi sueño hecho realidad.


miércoles, 1 de agosto de 2012

Un día un pequeño rey


Un día un pequeño rey
creyéndose sabio 
y con gran poder
le dijo a un gran rey vecino;
tenemos un problema,
hagamos un trato justo
donde prive la sensatez
y no el dinero.
Quiero una patria libre,
una juventud sana,
escuelas donde se eduque
para preservar la vida social
en armonía con la naturaleza,
empatía con el prójimo
y velar por la paz.
Quiero una patria vigorosa,
sin vicios miserables
que perviertan el corazón
de los niños y jóvenes,
una sociedad donde la familia
sea el centro de atención
de las autoridades,
libre de corrupción,
de violencia
y manipulación de conciencias
a través de los medios
vendidos a los intereses
de la opulencia.
Quiero un futuro mejor
para las nuevas generaciones,
una patria digna,
libre de dogmas,
autoritarismos clasistas,
y de infame avaricia.
Ya no más vicios ni guerras
donde tú pongas las armas
y yo ponga los muertos.
Una patria que viva en valores,
que ame la paz, la armonía,
el respeto a las leyes y la empatía.
Soy un rey como tú,
no un simple lacayo.
El gran rey después de escuchar
al pequeño rey,
dijo con tono grave:
Muy bien, para empezar
si eres un rey
no te dejes mandar por tus súbditos.
El señor burgués,
el capitalista,
el empresario,
el dueño de las tierras
y el señor de las minas
deben  obedecer.
Lo mismo haz con el banquero,
con el petrolero
con los líderes sindicales
y los políticos que ostentan poder.
Tu voz debe llegar al pueblo
con fidelidad,
que no la perviertan los monopolios
del entretenimiento.
La sociedad reclama verdades,
quiere hechos,
no fantasías virtuales
para distraer su hambre.
Reparte tus riquezas
entre los pobres
y ya no permitas
que otros les roben.
Sácalos de la miseria,
elimina los grandes sueldos,
reduce la burocracia,
acaba con la impunidad,
con el fuero y las concesiones.

El gran rey de pronto se dio cuenta
que tenía el mismo problema
del pequeño rey,
aunque el suyo era  aún más grande
y sus palabras le cayeron como
rayos del cielo.

Incómodo preguntó. ¿Cuál es  el trato?
El pequeño rey que había escuchado atento,
le contestó:
Ninguno, todo está bien.
¿Para qué queremos un nuevo trato?
Dime lo que tengo qué hacer
y vivamos felices
como reyes,
como buenos vecinos
cual debe ser…