Bienvenido

martes, 3 de junio de 2014

Cuando te fuiste



Cuando te fuiste
puse un cerrojo
que no se abre,
quedó una herida
que nunca cierra
y un dolor tan grande
que no se acaba.
No hubo ninguna tregua,
y entre el silencio
y entre tu ausencia,
quedó atrapado
mi desconsuelo.
Ya no es lo mismo
el sol de la mañana,
la tarde afín a los deseos
o un café para los sueños.
Mi vida gira en derredor
de un vértigo,
caer dos veces
no es imposible.
Mientras que tú te alejas,
el cielo me arrastra
hasta un lucero
infinitamente ajeno.
Es tu pupila
un agujero negro,
se comerá mi vida,
se llevará mi cuerpo.
Y mientras tú esperas
una lluvia de estrellas,
yo me fascino
con tu recuerdo.
Quiero abrir mi corazón,
sentir de nuevo
el  beso de tu pupila,
pintar tu rostro
con mi embeleso,
soñar despierto…
vivir mi sueño.





¿Por qué me gustas tanto?



































Te miro largamente en esa foto
que guardo desde hace mucho,
de pronto,
nuestras miradas convergen,
es tanta la emoción
que mis ojos se humedecen.
Brinca el corazón de gozo,
las palabras enmudecen,
una pregunta está a flor de labios
pero no la hago.
Tengo miedo
de no estar preparado
para una respuesta
que rompa el encanto.
Tiembla  mi cuerpo,
mariposas en el estómago,
hilaridad sin motivo.
Imagino tus labios besar los míos,
tu aliento sobre mi rostro
y el susurro de una palabra
inconfesable
alterando mis nervios.
¿Por qué me atraes tanto?,
¿por qué influyes de esta manera
mis sentidos?
Guardo tu foto, sonrío.
Leo tu última nota,
me gusta saber de ti,
que nos escribimos.
Y solo espero
caminar juntos alguna tarde,
contarte mis sueños,
regalarte una rosa
y entre tantos detalles
robarte un beso
para recordarte toda

cuando ya no esté contigo.