No siempre el lenguaje de tu cuerpo
es cristalino arroyo
para nadar en la memoria,
ni agua pura que calme la sed
que agobia la nostalgia de un beso.
A veces
es un desierto de palabras
donde tus soles abrasan y muerden
con la fuerza del universo,
A veces
es un mudo silencio
es un mudo silencio
que se cuela entre las grietas
de un apagado estertor;
casi un susurro de las manos
que atrevidas aprisionan
la cintura de un breve suspiro.
A veces
tu callada voz se desliza por debajo de la piel
y envenena los labios
con una mezcla del último encuentro
y añejo vino como el ayer
A veces
tu voz alcanza los confines
tu voz alcanza los confines
más secretos donde anidan
parvadas de besos,
donde nadan sin descanso
los sueños.
Porque no siempre el lenguaje de tu cuerpo
logra sacarme de mi autista mundo.
A veces,
pienso que intuyes la voz de mi deseo,
te despojas del jardín multicolor con que te cubres,
y dejas que mi lengua descifre cada espasmo de tu pecho,
Es cuando mi intelecto se subyuga
y deja libre la intuición
para que hable entre el silencio,
para que cante himnos de adoración.
Y caiga de hinojos ante la beldad
desnuda y yerta,
jadeante y desfallecida
para jurarle eterno amor.
Es cuando sin necesidad de hablar
nos decimos lo mucho que nos queremos
con los ojos abiertos,
con los ojos cerrados;
con las manos crispadas,
y la yema de los dedos.
Pronto te das cuenta que tu cuerpo
es una copia de mi cuerpo,
escrito con las mismas palabras
que germinan delicados versos,
y líneas ardientes que ambos leemos
mientras florece un nuevo discurso
en el bendito silencio
del lenguaje del amor.
