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martes, 6 de diciembre de 2011

Tu mejor amigo


Sentados en un rincón del café donde  gustas  pasar tus tardes libres y me llamas cada vez que lo haces, entrecierro los ojos y dejo volar mi imaginación. Viene tu voz como perfume de rosas a impregnar mis sentidos con  delicia sutil. Viene tu aliento con sabor a durazno a morder mi quietud y  el olor de tu piel es bálsamo con esencia de sándalo y jazmín sobre mis aciagos temores. Voy tras tus palabras con el corazón henchido, vuelo  como saeta de cupido para incrustarme en una confesión que llega al fondo de mi ser. Dices que estás enamorada. Te escucho con el alma en un hilo, tiemblan mis manos y el corazón  me brinca en el pecho cual corcel en jaripeo. El silencio envuelve el entorno, te miro atento y espero que digas otra bendita palabra para alcanzar el cielo. Me miras fascinada, metes tus manos entre las mías y una sonrisa aflora en tus divinos labios. Dejas pasar unos segundos mientras tu pecho se expande con un profundo suspiro, que luego exhalas lento  mientras   desvías mi atención con el juego de tus inquietas pupilas entre las mías. Prosigues tu hablar, acentúas el encanto del momento con un gracioso parpadeo, levantas la ceja,  muerdes tus labios y esperas con una pícara sonrisa mi reacción. Es un instante mágico que conmueve, te miro una y otra vez y disfruto tanto estar a tu lado. Aprieto suavemente las puntas de tus dedos  y te invito a que prosigas confesa. Entonces quiebras la voz en un susurro apenas audible que deslizas por mis oídos con delicado acento, -“Me enamoré, no sé desde cuándo y quiero confesártelo”- Me cuentas tu  secreto, lo mucho  que has deseado este momento en que tu alma encuentra su alma gemela, de los hermosos sentimientos que motivan tu encantadora sonrisa y  coqueta gracia. Eres feliz y destilas ese sentimiento en cada acto, con cada palabra que expresas. Y ya  quiero escuchar qué más hay en tu corazón, y al punto en que casi siento mi nombre pronunciado en tus labios, me dices, -“Amigo del alma, tú me comprendes y sabes que mi amor es para él, tú eres el primero en saberlo”-.Tu confesión cimbra  todo mi ser, es un balde de agua fría a mi entendimiento. Tienes razón, he sido tu amigo y confidente, he sido tu juez y tu cómplice; tu hermano y compañero. Prometimos  ante todo hablar con la verdad y siempre ha sido así, no tiene por qué ser de otra forma. Me bajo del cielo, retorno  a esta lacerante realidad. Sé que cuando una mujer dice “amigo” es definitivo.  Estás conmigo, acurrucada en mi pecho y una lágrima de emoción tiembla en tu pupila  cuando evocas los gratos recuerdos de tu relación con esa persona que hoy me aleja de ti. Me prometes que nunca dejaremos de ser amigos, que nunca habrá nada que cambie nuestros sentimientos y te asisto con la razón mientras mi corazón  se desangra quedo. Confesarte conmigo fue lo peor que me pudo pasar en este momento en que creí encontrar la felicidad a tu lado. Quizás no fui totalmente sincero  para reconocer que detrás de una amistad mis sentimientos eran más que eso, quizás me faltó valor para reconocerlo, para decírtelo; porque queriéndote como te quiero, ahora me queda respetar tu decisión y aguantarme las ganas de comerte a besos, me queda mirarte con embeleso y seguir siendo lo que hasta ahora soy en tu vida, un buen amigo, tal vez tu mejor amigo…