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miércoles, 25 de mayo de 2011

Encadenados

Abrir el ayer buscando respuesta,
abrir los ojos en la más profunda oscuridad;
abrir el alma para encontrar esta verdad:
que todo se ha tenido,
que todo se ha perdido.
Abrir los candados del tiempo
¿Para qué?


No necesitas entenderme

No quiero que me entiendas,
la poesía es mía,
mío el significado.
No pierdas el tiempo
descifrando palabra por palabra
mi  alma de poeta.
Mírame cuando acabes de leer,
derrama tu encanto entre mis líneas,
que yo penetraré en ti,
inundaré tu corazón,
tu alma si es preciso
hasta hacerte sollozar de dolorosa dicha
y no sabrás quién de los dos
estará más ausente del mundo.
Yo hombre,
tú mujer;
no necesitas entenderme.



Mundos opuestos

Dirás que estoy loco
porque invento un mundo que no existe
y luego pretendo que te involucres
con las condiciones que mi fantasía exige.
No deseo discutir,
tienes razón,
estoy loco,
pero no deseo que entiendas el origen
de esta locura;
mas, si lo intentas,
tendrías la oportunidad
de vivir experiencias distintas
en un mundo ajeno
al que a diario sobrevives,
y que al fin,
nunca comprenderías.
Yo, un loco enamorado de ti,
que intento  amarte
hasta el último de mis días
en un mundo que con mucho
no me pertenece.


lunes, 23 de mayo de 2011

No me limites

Deja que mi corazón te diga
lo que siente,
deja que con estas  palabras
que tú y yo conocemos
y tantas veces hemos dicho,
forme una idea coherente
que cautive tu corazón,
para que comprendas
lo importante que eres para mí.
No sé si podré hacerlo,
no sé si podré agradarte,
pero hago el intento;
al menos soy perseverante.
No me rindo y jamás ante ti,
que eres mi inspiración y mi fortaleza,
mi sueño y mi esperanza,
mi mundo y mi presente;
  que eres todo en mi vida,
no me limites,
al fin ya sólo vivo por ti...





Pobreza

Las entrañas arden,
quiero el mendrugo que sobra en tu piel.
Sufro de hambre,
no importa si es de ayer,
dame lo que deseo para no morir.
Mi cuerpo languidece;
despojo que antes lleno estuvo de manjares.
Miro al cielo,
es ya tarde,
el gris se refleja
en mis secos ojos.
¿Tengo alma?
El instinto es nada.
Losa de segunda,
la escogí con gusto
después de un largo tiempo.
La vida me sonríe y en cambio
me harto de tus sobras y tristezas.
¿Es todo lo que puedes darme?
Gracias.
Tú también mueres de hambre
y compartes tu pobreza.
Te comprendo,
no te apenes.
Los dos estamos llenos
y vacíos de lo mismo.
Es tirano el deseo que nos gobierna,
hijos de la calle,
cojos andamos y desnutridos.
No eres igual a mi
y te pareces tanto.
¿Dos naturalezas en una?
Qué más, ya no es sorpresa.
Por esta migaja que me das
deja que comparta contigo
el pedazo de vacío que me sobra
y la necia hambre que me harta.


sábado, 21 de mayo de 2011

Reto

I
Tiemblan gotas  de miedo,
el cielo brama desconsuelo.
La humedad de aquellos soles,
la lluvia lisonjera;
viejos recuerdos vagan,
fermentan larga espera.
Alguien desecho en llanto,
ve pasar el tiempo en kilómetros de tinta.
Todo cambia alrededor del fuego.
Púrpura y azul empapan sábanas,
envuelven noches frías.
Si el árbol se levanta,
si la piedra reblandece,
ahí están los garfios que desangran.

II
¿Dónde está la luna?
¿Dónde el sol?
¿El cielo?
He borrado el universo,
quedamos yo, tú;
padres de un mundo nuevo.
Tendrás un vientre fértil
y el nido que me calme los deseos.
Tejerán tus manos y las mías,
caminos que unan noche y día,
tierra y mar,
fantasía, sueño, realidad.
Tendré tu suerte y tu destino
atados a mi cintura
y mis pies encadenados al compás de tus delirios
andarán con regocijo tus montes y recodos.
Hablarán los dioses que he creado,
correrán ríos desbordados,
y del fondo abisal donde guardo los pesares,
la Hidra escupirá su reto,
morderá mis sienes
y aún herido
mantendré vivo el desafío.
Bajaré hasta el límite
donde el pensamiento se dispersa
y en la bruma de lo incierto
abriré de par en par la oscuridad.
Sé de una orquídea negra,
de una ninfa triste,
una mentira a medias.
El odio a mis plantas rodará
en busca de consuelo
y el temor enrollará su cola avergonzado.
Entonces pintaré de luz sus pétalos,
alas a una mariposa
y al rostro una sonrisa que hablará con la verdad.
Viajé a un mundo extraño que nunca visitamos
por miedo, ignorancia o apatía;
el enigma nunca más será.
III
Cumple tu designio,
eres mía y yo soy tuyo.
Flor morena,
suspiro de alas tornasol,
niña buena.
Qué importa la palabra,
el fruto ha madurado con el tiempo,
la mariposa besó la flor
y ha engendrado un nuevo idilio.
El destino agrega una hoja más a la existencia,
pero hoy y sólo hoy,
cual mártir en la hoguera;
ora, blasfema si es preciso,
pero arde en los brazos que te esperan.





viernes, 20 de mayo de 2011

La faena

Vida,
te he tomado la medida,
no importa que embistas mis pesares,
no importa que embistas mi persona.
Yo gobierno los pases del capote,
yo manejo con mi diestra tus embates.
No hagas que yo ría, aunque bufes,
tengo ganada la corrida.
Embiste,
yo te espero;
embiste,
yo te adorno;
embiste,
yo te mato.
Embiste,
mi espada es más fuerte que tus cuernos.
Cuando vienes buscando mis entrañas,
hago la faena;
entonces fallas.
Vida, te he ganado.
Somos dos en este ruedo,
Pero sólo yo saldré.


Introspectiva

¿Qué me duele el alma?
Sí, me duele,
y no sólo el alma,
también el corazón, el intelecto.
Mi hermano no me entiende,
no sabe de qué hablo
y mi voz se pierde en el vacío
de su alma,
en el laberinto de su oído sordo,
de su vida hueca
y no hace eco,
no responde como yo anhelo.
Si pudiera escuchar su voz
pero es mudo y no habla
y cuando abre su boca sólo gruñe,
dice incongruencias,
lamentos y banalidades.
Lo escucho decir ¡Ojo por ojo!
Mi hermano es ciego por una ley
tan vieja como su odio.
Le extiendo mi mano, quiero tocarlo
pero está mutilado,
el saludo bosqueja mi desolación.
Miro a sus pies, no los tiene,
por eso no camina,
se arrastra y deja tras de sí,
a pedazos su dignidad,
su esencia misma.
Pobre hermano mío,
tiene hambre y no sé qué darle,
no tengo lo que quiere,
lo que le  falta para vivir
y sufro y él sufre;
los dos somos el mismo sufrimiento.
Quiero mitigar su dolor con mi sonrisa,
y alcanzo a distinguir
apenas una mueca en su semblante.
El mundo ha perdido más que un habitante.
Y en esos momentos de azoro,
imagino que no soy de aquí,
que nunca estuve.
Recuerdo haber visto a mis semejantes
mas no sé en qué tiempo ni dónde,
se han perdido en mi memoria.
Y mi intelecto se niega a aceptar esta verdad:
mi hermano, el hombre, yo,
somos una misma naturaleza.
Mis huesos, mi carne, mi espíritu; somos idénticos.
No hablamos, no vemos, no sentimos.
En la calle pasa un niño,
me reprocha no haber nacido.
Miro a su madre,
no me ve, nunca me vio.
A la derecha su padre,
se parece a mí;
es mi hermano, el hombre.
De sus cuencas sin pupilas
el humor de su tristeza
baja formando dos surcos
que humedecen su rostro,
sus labios mudos.
Rectifico,
aunque dolor,
sí sentimos.
El niño junto a mí, me sonríe,
me extiende su mano.
Hablo a mis semejantes,
no me escuchan,
los veo, no me ven.
Habrá que reivindicar al hombre su fe,
devolverle el corazón,
encontrar  su  alma,
para que el destino no lo alcance
sin haber reescrito el último capítulo
de su vana  historia.