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martes, 11 de noviembre de 2014

La voz del silencio




La voz del silencio
brotó de las fosas del cerro,
semilla arraigada a su tierra.

Floreció conciencia en el viento;
sus raíces,
penetraron la distancia y el tiempo.

Ceniza a los cuatro vientos;
voz de los muertos vivos,
voz de los insurrectos,
se escucha más allá
de las fronteras del eco.

Cansa  llevar el miedo encajado
como un cuchillo en el pecho,
cansa vivir la vida mudo y dormido.

Habla  el corazón herido,
la indolencia da paso a la ira;
se cimbra el  teatro mediático,
donde soberbia y mentira
mantienen al hombre cautivo.

La voz del silencio despierta,
no mueve el temor a perder
lo que nunca se ha poseído,
mueve la ira que clama;
¡que los devuelvan con vida!

La voz del silencio
trasciende la sierra,
se expande, reverbera;
levanta polvo en los desiertos del norte,
agita las olas en las costas del este y oeste,
empuja el viento en las llanuras y selvas del sur.

Marcha el pueblo enardecido
en las calles de toda la patria,
duelo por el  hermano caído,
solidaridad con el desaparecido.

La voz del silencio
nació en la sierra;
 a ella volvieron,
cumplieron con su misión;
mártires de la injusticia,
ejemplos de dignidad y valor.

Ellos;
estudiantes normalistas
hijos del pueblo,
clases marginada.

Soñaban con ser maestros rurales,
brindar a los niños educación,
ahora enseñan a México,
son líderes por vocación,
¡luchan por la justicia!
¡luchan por la nación!