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viernes, 27 de septiembre de 2013

¡Patria mía!




Yo no escribo a los traidores de la patria,
a quienes venden sus riquezas naturales,
o roban con descaro a manos llenas.
Ningún grito de festín y  algarabía,
ninguna muestra de respeto a quien ofende.
Yo no escribo a quienes lucran
y prosperan a costa del dolor y la ignorancia.
Yo no escribo exaltando la avaricia,
no para gozo de la alta burguesía,
ni pregono vítores y falsos vivas
para un gobierno que ignora la historia de la patria
y monta un teatro  para hacer del acto heroico vil tragicomedia.
Yo no escribo para el que gobierna con mentiras,
para quien abusa del poder y su soberbia.
Es traidor el que levanta un arma
y se esconde y atrinchera
para gritar que viva la libertad del oprimido
que viva el México de los acarreados y vendidos.
Yo no escribo para el opresor,
para el que sube los impuestos,
para el que endeuda al país
mientras sus cuentas personales
acumulan las riquezas  y tesoros  nacionales.
Yo no escribo para el que abusa de la ignorancia,
para el que vive de la pobreza
y priva a la niñez  y  juventud
de una vida digna y decorosa.
Prefiero escribir para mi patria
un mensaje de esperanza, de paz y de justicia.
Mi México reclama democracia,
leyes que atiendan la desigualdad social,
proyectos de nación donde prive el derecho del  más pobre,
proveerles un hogar, trabajo y dignidad.
Mi mano está siempre dispuesta para el que menos tiene,
para el que sufre y  vive atrapado en la pobreza.
Mi mano tiembla de emoción al escribir
una página de gloria ganada al opresor.
Hoy el pueblo se levanta y exige con clamor
justicia, democracia, educación.
Yo escribo el sentir nacido de mi pueblo,
la labor incansable del mentor,
su lucha férrea por defender la educación gratuita,
su liderazgo ante la afrenta,
su paso firme para reivindicar su imagen
y enseñar con el ejemplo que todo es posible
si hay conciencia, unidad, fuerza y valor.
Mi México necesita un guía,
un líder que aglutine la conciencia colectiva,
transforme este país
y le devuelva su identidad,
su historia y su grandeza.
Yo le escribo a esos hombres
que construyen día a día la conciencia
en la escuela, bajo un árbol, bajo un cielo azul.
Escribo para esos héroes ignorados,
para esos héroes anónimos
que hacen de los niños y los jóvenes
seres humanos racionales,
ciudadanos con valores e ideales,
líderes de un pueblo oprimido
que reclama libertad y educación.