Bienvenido

domingo, 29 de agosto de 2010

Somos libres

Tú y yo tenemos
algo en común,
somos libres de elegir
lo que queremos.

Tú quieres tu libertad,
naciste para ser libre:
yo amo mi libertad,
nací para ser libre.

Sin embargo,
algo que no entiendo
separa nuestras vidas,
nuestras mentes.

Te resistes a creer
en mis palabras,
y te impides crecer
en mis pasiones.

vives consumiendo tu ansiedad
en libertades
y te olvidas de que hieres
con tu ausencia
mis anhelos, mis clamores.

Sé muy bien que tú
me quieres como yo
te quiero a ti,
aunque trates de negarlo,
y cuando huyes de mi lado
no haces mas que delatarte.

Pero entonces
yo no entiendo
por qué a un tiempo
me huyes y me quieres.

Mas escucha,
te propongo un trato:
no sigamos libres
cada quien por nuestro lado.

No tengas miedo,
si nos queremos
hablemos de respetarnos,
aclaremos  nuestras dudas,
no habrá rencillas,
te lo prometo.

Sólo recuerda,
tú y yo tenemos
algo en común,
somos libres y nos queremos.


La primera vez

Fue tal el impacto
que sublimé el deseo
hasta el punto de la idolatría.
Caí en un estado de éxtasis
y mis sueños se materializaron
en una esfinge a la cual de hinojos,
veneré.
No sentir fue absurdo
después de años de espera.
La emoción embotó mis sentidos;
acaricié su cuerpo
sin atreverme a poseerla,
sin desearla siquiera.
Pero sucedió el milagro.
Se volvió mujer,
mujer ardiente y atrevida.
Duró tanto y nada
el hechizo del primer beso
porque de pronto me vi envuelto
en sus brazos,
navegando por sus límites,
hirviendo en el volcán de su deseo.
La luz se olvidó de nosotros.
Sólo las paredes escucharon
los suspiros y la cama,
la cama donde firmamos
nuestro dulce encuentro.
Esa fue la magia...
lo inesperado de la primera vez.






Magia negra, magia blanca

            I
Bailan
dueños de selvas instintivas,
cantan
bestias imitando ángeles;
acaso el eco de su voz
reviente hilos de insomnio.


Teletransportan;
telepatía en la sangre;
llaman al silencio por su nombre.
Hechizo de voluble carne,
de curvas volcánicas, profundas;
botón de rosa herido por la abeja.


¿Qué magia invoca la epidermis nocturna?,
¿Qué poder hace pedazos
su sueño eterno en el cráter pupilar?


Magia negra en la mente,
magia negra en la punta olfativa;
cada árbol, cada mueble,
cada espacio reverbera su perfume.


Ríe la diosa de provocativa inocencia,
se quiebra el tiempo
en las esquinas de su boca;
cual áspid,
se enrosca en la espiral del tedio
si no habla,
penetra hasta el hueso, ¡veneno!
si no mira.


Diosa de obsidiana
daga y sueño:
libera las manos, libera suspiros;
pero no conciencias, no destinos.




             II
Danza la diosa
la luna refleja su impávido paso.
Metamorfosis celeste,
transfigura la forma,
se humaniza.


Brota de la noche:
crisálida, vírgen; 
aún vestida de pureza,
brota lágrima y laguna,
acaricia los carrizos, besa el aire,
destila,
sutil fragancia de colmena.


Murieron con la noche los fantasmas,
a cambio,
del prisma nacieron las estrofas.


Magia blanca, hoja de papel;
magia blanca retrato de esfinge trastocada,
hecha carne, capricho, voluntad.
Diosa de amor;
de nácar y alabastro,
de espuma y océano.




             III
Magia negra, magia blanca,
sólo una;
si diosa o mujer, en esencia,
sólo una.


Y el hombre de mil ojos,
de mil bocas y mil brazos
se transforma.


Sólo uno suspira,
sólo uno implora.
Adorador y esfinge se fusionan,
escrito está;
si magia negra, o magia blanca.







Fantasía de amor prohibido

Si, por el contrario,
dieras vuelta al reloj
nadando a oscuras en el lecho,
con el cuerpo húmedo de sueños,
sudor, deseo.


la verdad no mentiría como suele hacerlo
en esas noches cuando tu cintura quiebra
y te sofoca el ansia,
y en los labios te desangra besos.


Si, por el contrario,
volcaras al abismo núbil juventud,
sin censura, sin temor,
para arrobar con tus encantos
la nostalgia de una tarde,
y abrir, graciosa,
a la experiencia el primer beso.


Si, por el contrario,
al huracán a cambio dieras
el vaivén tranquilo del océano
que se esconde en tu pupila,
la rosa roja y pura con que ríes,
la juncal espiga.


Yo, que nada tengo,
que nada digo,
hurgaría silencioso entre mi pecho
para darte palpitando aún
el púrpura volcán de mi deseo.


Abriría mis sienes
para arrancarme el pensamiento
y esparcir con gusto
los versos que a tu paso hagan eco.



sábado, 28 de agosto de 2010

Un día nos veremos

Un día nos veremos;
tus ojos,
mis ojos,
entenderán la caída breve
de una lágrima.
Miraremos nuestros cuerpos,
templos de amor incomparable.
Miraremos con nostalgia nuestros brazos,
extremos de un mismo puente
donde nunca cruzó lascivia
ni pasión malsana.
Un día nos veremos recogiendo la cosecha
de otros tiempos.
Será un segundo con esencia de prohibido,
de cómplice inocencia
para pedir perdón por el pecado hecho.
Un día nos veremos callados y distantes,
nos veremos en el espejo de la vida,
en ese tiempo de ausencia
y ardientes súplicas.
Nos veremos en la memoria
como estatuas nunca develadas,
nos veremos sin hablar
cruzando la misma calle;
tú del brazo de un nuevo destino;
yo, evitando el retorno de mis ojos para verte,

rogando que este sueño
no se haga realidad.


Ave del paraíso



Inquietos
tus besos
y mi boca es una jaula sin espacio
para abrir a plenitud las alas.
Recorro el cerrojo que te enclaustra
a mis labios,
te empuja el deseo;
en el umbral te agitas indecisa
pero al fin,
vuelas por la selva de mi cuerpo.
Posas tu esplendor en cada rama,
en cada nervio.
Mis músculos se tensan,
árboles rendidos al vaivén
de cálidos vahídos.
Vuelas al ras de mis caderas,
penetras la oscuridad bajo mi piel
que revienta entre nudos
de tendones y hojarasca.
Te comes las semillas
de mi infancia,
mi primera juventud,
y escarbas, ávida de soles,
la madurez teñida de sonrojos
y cavilaciones.
Polícroma,
desnudas los secretos de eternas sombras
que se pegan cual musgo a la corteza.
No hay horizontes,
ángulos sin desafío.
ave al fin,
remontas los espacios
dejando estelas de colores encendidos.
Eres libre de volar por otros cielos,
pero hoy me dijo el viento
el secreto de las aves.
Sé que volverás
para enraizar tu nido
en lo profundo de esta selva
que empieza a florecer tus trinos.



Gioconda

Pensar que un día
bendije las horas nocturnas
que penden de los hilos del silencio.




Tu imagen de Gioconda
plasmada en el lienzo
estéril de motivos.




Pensar que un día
fui el pincel que dibujó en tus labios
la enigmática sonrisa;
tus ojos hoy tan fríos
como el muro donde cuelga tu retrato.




Pensar que un día
delineé cada ángulo del perfil sereno
que me mira con pupilas eternas y profundas.




Pensar que hoy,
de tanto bendecir tu rostro tan querido
me pervertí en la abstracción de tu sonrisa,

me volví
la ironía que refleja tu pupila.


Fidelidad


No olvidarte es, en cierta forma,
una manera de guardar fidelidad

aun sabiendo que tu ausencia será eterna.
Tengo todos tus recuerdos
guardados celosamente en mi corazón,
son mi más preciado tesoro.
Por las noches, cuando todos duermen,
abro el cofre púrpura
y tomo un recuerdo cualquiera,
me deslizo suavemente en él
y recreo hasta el último detalle.
Lo vivo con tal intensidad
que no sé si estoy consciente
o solamente es un sueño.
Leo tus memorias una y otra vez;
he reído y llorado a diario con tus cosas,
tus palabras, actos y ocurrencias,
estás presente en mí cada segundo que vivo,
soy tuyo, y sigues siendo mía, como siempre.
Pero a veces tengo miedo
que algún día yo te olvide.
Por eso, en tu ausencia,
he anudado tus recuerdos a mis noches,
para que no se escapen
por las grietas del tiempo.





viernes, 27 de agosto de 2010

Espejismo



Desnuda la inocencia de tu piel,
quítate el vestido,
desabrocha tus pudores;
caiga el sostén que yergue los deseos
y deja que tus lunas
iluminen el sendero de mis manos.
Mírate entre mis párpados
que caen por los pliegues de tu falda,
más aún;
arráncame ese grito de los felices elegidos
y déjame morir
en la alfombra de tus labios.
Yo quiero el privilegio del beduino

que recorre los desiertos
con los pies descalzos
y goza de la arena el tibio beso.
Quiero ser el sol que provoque tus sudores,
y el silencio en que tus dudas se disipen.
Yo sé que en los desiertos más ardientes
un oasis brota para apaciguar la sed;
te esperaré ahí,
para comerme uno a uno los rubores
que nacen de la fronda de tus palmas
y cuando saciado pida
espacios de sueño y fantasía
sean eternas las arenas movedizas
de tu cuerpo.




Te quiero yo también

Me gustaría tener una cita contigo,
nada extraordinario,
sólo ponernos al día uno con la vida del otro,
hablar de trivialidades
y los hechos cotidianos que entretejen
nuestros sueños y esperanzas.
Quiero que sepas lo importante que es para mí
decirte a tiempo que te amo,
no quiero hacerte esperar,
tú eres importante y sin tiempo y con él
anticipadamente deseo decírtelo no una,
sino muchas veces para que así,
cualquier día que falte
tengas tantos te amo
como para escuchar uno cada mañana
hasta el fin de tus días.
Mira a tu alrededor,
hay cosas nuevas en tu vida,
la casa, los muebles, el jardín y los vecinos;
sales y te saludan alegres
de tener una nueva amiga jovial y cortés.
Ellos te tienen a diario
como yo te tuve un día y sabes,
no me siento triste
porque yo atesoro, los días más hermosos de tu vida.
Ese secreto que llevo en mi mente
es motivo de mis alegrías
y el bálsamo que cura mis heridas.
Por eso escribo esto,
para que sepas cuán grande es mi amor
que te alcanza donde estás,
y bendice y escudriña todo lo que te rodea
para quitar la paja del camino.
No voy a llorar,
no voy a reír cuando te diga de frente que te amo
una y mil veces como siempre has querido.
No lo haré aunque se me quiera salir el alma.
Hoy mis manos te bosquejan en hilos de tinta
hoy mis pensamientos hilvanan uno tras otro recuerdos.
Estas manos no se cansan de escribir
y en perfecta armonía se dejan llevar
en la danza del amor que viene y va
al compás de los suspiros.
Mira cómo florece esta línea fértil, como surco de perennes girasoles;
hasta el sol se desangra aferrado en el ocaso
para verte un segundo más antes partir.
Tengo el calor de mis brazos para amarte
y un fuego interno que no quema
pero que consume lenta, poco a poco,
la débil resistencia de no hablarte.
Penetraré sutilmente la ventana
de tu disimulada indiferencia
y te impregnaré de mí
cada mañana aun cuando no lo sepas,
aun cuando no lo pidas, ni lo sueñes.
Yo seré el rubor de tu piel,
y en tu boca la miel de mis palabras
engendrarán respuestas mudas,
silencios, pausas, antes de decir
“Te quiero yo también”.

jueves, 26 de agosto de 2010

Hablemos de amor

Cuando hablemos de amor
te diré que es un pedacito de ti y de mí
entretejido de piel, sentimientos, azúcar y café.
Diré que amo tu voz cuando me hablas y cuando callas
y me dices palabras que no escucho.
Diré que amo tu voz
sobre todo cuando amorosa me consuelas
pero también cuando elevas tu voz y rasgas el cielo,
y bajas como relámpago iluminando mis manos
y acallando mi decir.
Diré que amo encontrarte
y sentir dentro de mí una mariposa revoloteando.
Diré que amo cuando ríes,
que amo tu forma de reír
y amo tu pura alegría
que me hace estar contento.
Diré que amo saber que estás a mi lado
y que nada dices con palabras,
que me callas para no decirte que te quiero
y por dentro imagino me animas
y me pides repetir mil veces que te amo.
Diré que amo cuando callas y me dices
con tus ojos que me quieres.
Amo también cuando dices que no me amas
y te miro buscando que desmientas lo que dices
como un niño que busca aprobación.
Pero más amo amarte toda,
de cabello a pies,
de corazón a corazón.
Amo tu manera de ser,
amo tu manera de vestir
y te amo cuando no te veo,
te amo cuando te imagino,
te amo en mis recuerdos,
te amo en mis metas
y en los castillos que construyo.
Diré que te amo a las siete de la mañana
y a la una de la tarde;
te amo de ocho a doce
y de doce hasta las seis.
Amo estos segundos de alegría
y te amo eternamente en mis tristezas y temores.
Diré que tu tiempo cobra vida
y me llena de ganas por vivir.
Hablar sobre el amor contigo
es describir cuánto te amo
aunque mi voz no te lo pueda repetir.


Lloré por ti por última vez







































Lloré por ti por última vez,
no por haberte olvidado
ni falta de amor,
sino porque mis lágrimas se agotaron.
Lloré por ti desde aquel día,
de aquella llamada donde me dices
que te vas de mi vida,
que ya no pondrás más en riesgo
tu destino hecho a escondidas.
Lloré como nunca había llorado,
lloré porque sabía que te estaba perdiendo,
y de mi vida
empezabas a partir sin pena ni gloria.
Lloré por ti,
deseándote lo mejor de ese mundo desconocido,
porque a pesar de todo
encontraras la paz y el amor
como el que conmigo habías tenido.
Lloré por ti
porque tu partida era eterna
y ya nada podría volver a acercarnos.
Lloré por este amor que me desgarra el alma,
por este maldito amor que me mata,
porque aun queriéndote
te desterraba.
Pero fue mejor así,
ya no pensar en ti ninguna otra vez,
imaginar que te moriste hace mucho
que ya no vives más.
Me he esforzado para creer,
que nunca te conocí,
que nunca mis ojos te vieron,
que me enamoré de un ideal
y me dejé llevar por la sombra del amor.
Lloré por nosotros,
por lo que nunca fuimos,
por lo que nunca hicimos,
por lo que nunca compartimos
a pesar de haber vivido juntos.
Y lloré de una vez hasta que mis lágrimas se acabaron,
hasta que en mi rostro quedaron los surcos
como cicatrices de este gran amor que se moría
inevitable.
Lloré por todos estos años atado a ti
por todos mis días muertos
por todos mis pensamientos frustrados
y me sentí vacío
y me sentí tan triste
sentado en esa banca del parque aquel donde nos vimos
por primera y última vez.
Nadie me vio llorar,
nadie tengo de testigo,
pero fue así como empecé
de nuevo a caminar.
Me arranqué el corazón
y lo tiré junto a ti,
me lo arranqué de una vez
y para siempre.
Prometí no volver a querer como te quise
no volver a amar como te amé.
Nadie me hará daño,
no volveré a sufrir.
Viviré como viven la mayoría de los seres humanos,
egoísta de mis sueños,
guardando sólo para mí los triunfos,
las derrotas
y una lágrima jamás dejará su huella sobre el rostro
ya con los surcos de la edad profundos;
ya con los signos de la edad
haciendo mella…y tú,
en el fondo del olvido no sabré quién eres.
Al pasar junto a ti
lo haré como un perfecto desconocido
y tú no sabrás quién soy
porque no signifiqué nada en tu vida,
no valoraste todo lo que te di;
preferiste cerrar los ojos
y escuchar los consejos
de personas ajenas a los dos
y aun cuando ya sabías el final de esta historia
te atreviste a poner el punto final
sin darme tregua.
Me lo dijiste varias veces
sin que yo pudiera entender
la verdad de tus palabras.
Pero es lo que querías,
estarás contenta con mi partida.
Quizás sólo fui
una experiencia más en tu vida,
algo nuevo que se prueba y se tira.
Tu tiempo
un horizonte extenso de posibilidades
y de dudas;
mi tiempo apenas lo que dura
la flama de una pasión encendida;
Dos magnitudes diferentes convergiendo en un
diminuto periodo en que nuestras vidas
por una paradoja del destino se cruzaron
y se alejan…
con los ojos secos
y el alma vacía.
Una pareja perfecta
de perpendiculares
infinitas….




Efímeros todos

No sabía que las paredes oyen
los susurros del silencio,
desdibujo una sonrisa a punto de flor,
he borrado no sólo la memoria;
también el más allá cuya forma desconozco.
Borré todos los detalles en la generación del porvenir
y mira que sin darme cuenta
abrí un espacio en donde todo se parece de principio a fin.
Ahí se caen las horas y se ahogan los días;
Agujeros negros en el pecho de una virgen,
de un mártir que olvidó su fe,
de un sufrir que ya nadie recuerda.
No le remuerdas la conciencia tratando de besarla,
no le cuelgues más pesares ni deseos.
Errantes, efímeros somos todos;
con espinas en las manos las rosas ya no alegran la pupila,
ni seducen, ni germinan en ayeres pintados de ocaso.


Las quieren sólo carne

Corrí sin descanso por la aguda roca,
bajaron las estrellas a romperse en las caletas,
ya nadie las mira en las noches.
Ellos las quieren hembras,
las quieren sólo carne
y que la piel nunca se arrugue.
Bajaron las estrellas,
se estrellaron en la arena
con la esperanza que el sol las caliente por un día,
mientras su luz se dispersa húmeda,
en un atardecer que huele
sólo a sudor y risa incoherente.
Porque una mujer al hombre ya no inspira
más que codicia,
sexo débil que se prostituye
por unos cuantos besos.
Seguiré corriendo hasta alcanzar alguna cébil,
allá tras la tarde luego que el ocaso
se lleve el calor de una pasión efímera,
o el alma se me rompa en el filo de un suspiro.


martes, 24 de agosto de 2010

Camina siempre

Cabría en él el universo, nadie lo duda;
una sonrisa, una creencia,
una fe, la vida misma.
Camina todos los días la misma suerte,
un cordón lo ata desde su vientre
y en el océano va contracorriente.
Bajo de él hay un abismo,
yergue el cuerpo, sonríe.
En sus ojos la misma imagen
y en la manos entumecidas tiene
un sostenido adiós.
Por eso camina siempre
pintando paredes, vuelve los ojos,
ningún reproche.
Sonríe, siempre sonríe.
La gente dice que no es feliz,
bien vestido algunas vecesse reinventa al infinito,
por eso llora de algún dolor que disimula.
nadie pregunta qué hay en su alma,

nadie le mira,
va por el tiempo,
vacío, siempre vacío.
Sin corazón, ahora le cabe
todo en el pecho.



De aquel jardín de hermosas flores



Anoche, mientras dormías,
te observé detenidamente por un tiempo indefinido,
no sé cuánto,
porque yo también me dormí sin darme cuenta.
¿Imaginación, sueño?
De pronto la noche revivió los pasajes aún frescos en mi memoria.
Te vi pálida, ausente,
con la penumbra empañando tus facciones,
escurriéndose por los ángulos inexpresivos de tu rostro.
No eras tú,
me lo dijo el espejo que reflejó tu imagen en la habitación.
Miré tu cuerpo flácido,
inmóvil,
apenas cubierto por una sábana
y pude apreciar el suave ritmo
de tu respiración a través de mi congoja.
No eras tú,
pero el perfume era inconfundible,
te miré a través de mis temores
y no reconocí tus gráciles gestos cotidianos.
Tomé tus manos frías,
te acaricié el cabello, los párpados,
y dije quedo, como en secreto,
¡te quiero!, no me escuchaste.
Mi grito ahogado se escurrió por las paredes
corroídas del tiempo.
No eras tú,
luché con ese antagonismo indescriptible,
y sentí mi corazón cual barca
a la deriva.
Acerqué mis labios a los tuyos,
te dí un beso con la esperanza de que abrieras los ojos
y me sonrieras,
que dijeras una palabra cualquiera,
pero estabas quieta, callada.
Mi mente se pobló de extraños fantasmas,
de imágenes confusas,
lloré contemplándote,
rogando que esta pesadilla pasara pronto.
Y en ese momento de máximo desamparo
la dulce voz de una flor se escuchó
desde la habitación contigua.
¡Es ella! ¡Es ella!
Limpia esas lágrimas amargas que no te dejan verla bien.
Ella está aquí, sólo duerme con la tranquilidad
de saber que todo pasó.
Si de verdad la quieres ya no la hagas sufrir más,
afronta con valentía la prueba de amor más grande
que un hombre le puede ofrecer a una mujer.
Mírala por encima de su delicado cuerpo,
de su hermosa fragilidad.
Ella es hoy como fue ayer,
acaricia su tersa piel,
huele a juventud,
a pétalo de rosa;
tócala,
siente el terciopelo de sus mejillas,
está llena de vida,
su cuerpo es tibio
y rebosa de hermosura.
Ya no la expongas más a la irascible tempestad
de la naturaleza humana,
guárdala de todo mal,
demuéstrale tu amor
y permite que su esplendor alcance la plenitud,
aun si no es contigo.
La flor calló
pero una pregunta se volvió luciérnaga en la oscuridad.
¿Tenía que vivir esta experiencia para entender
que el precio por el amor de una mujer es impagable?
No y mil veces no.
Miré detrás del camino
y las huellas se volvieron espinas dentro de mi corazón.
No fue justo el precio del error;
menos quien lo pagó,
quien sufrió en carne propia el flagelo de la imprudencia.
Sólo pude entender su actitud a través del amor porque sin él,
todo el pudor,
la vergüenza de la desnudez no habría podido justificarse.
Anoche tuve en mis manos las flores más hermosas
que haya tenido en mi vida;
una simbolizando el amor,
la otra el amor consumado;
pero de las dos una brilló como ninguna.
Pedí perdón por lo pasado
y le cedí la decisión de nuestras vidas
sabiendo de antemano cuál sería.
Supe al fin quién era,
la sentí tan cerca y sin embargo dolorosamente ajena,
infinitamente eterna.
He tendido la cama,
y vertido agua en un florero;
en la ventana abierta un rayo de sol
desdibuja una sombra que se aleja.
La flor marchita se deshoja,
necesita acaso una lágrima, un verso…
no un adiós.




Algo especial en ti










































Hay algo en ti que te hace diferente a todas;
eres especial, y no sé por qué.
El día que te vi por vez primera
me robaste el corazón, la vida entera.
Ya no me importa saber qué es lo que más me gusta de tu persona.
Te amo así, 
con el misterio
que hay entre tus labios,
con la sorpresa de tus palabras,
con esa zozobra que a veces causa en mis adentros
la brevedad de tu sonrisa.
Yo sé que entenderte toda es imposible,
cada día encuentro nuevos secretos,
nuevas verdades en esos ojos que me cautivan.
Un día pienso que son los modos,
otro digo que es tu figura
y más aun que tu boca
cuando en un beso no entregamos.
Le he escrito a tus manos,
tus pies, tus cabellos.
Y en esa incertidumbre de no saber
lo que más me gusta prefiero cerrar los ojos
y dejarme llevar por la imaginación
de que me gustas toda tú,
nada especial.
sólo íntegra, perfecta.






Eres tú

Cuando visitas los silencios
entre horas vespertinas
recostado y dormitando,
casi con el alma en un hilo a punto de romper.
Una hormiga llevando las migajas
de otros tiempos,
el vuelo de un pájaro tardío
que extravió su nido.
Cabeza hueca,
piel dormida.
Esperas un sueño
pero no te atreves a dormir.
Crees que la pupila graba
todo lo que sabes
o que la memoria nunca falla.
En las manos si las miras
no hay destino,
no hay gitana que te diga la verdad.
Dónde está la llave del enigma.
Quién te dijo que eres tú
el último en su vida.
Necio,
más allá de tus trincheras,
una bala busca tu destino.
Morderás la piedra antes que lo entiendas,
beberás ríos de sangre
pero en las venas no habrá consuelo.
No hervirá la tierra
al contacto de tu cuerpo cuando caigas.
Mírate, eres tú
cubierto de polvo y de torpeza.
Que la noche llegue
piadosa hasta a tu puerta,
no pedirá perdón
por abrir la cicatriz
y romperte hasta los huesos.
Después de todo,
este eres tú, apenas nada,
Un ser en medio del vació,
el vacío que dejó de ser.



domingo, 22 de agosto de 2010

Contigo

Si amor, lo confieso,
estoy enamorado de ti
y este amor es un sentimiento
que me hace sentir feliz.
Eres todo lo que quiero
y nada hay que me llene como tú.
Contigo vivo mi vida
y así lo quiero.
Me veo con los años viejito
y tú a mi lado contándonos anécdotas
y ver pasar el tiempo rodeados de nietos.
Tú me dirás en un ocaso de invierno
ya es tarde viejo,
debemos entrar,
y yo te diré viejita linda, frío es el viento,
vamos a descansar.
Dos viejitos felices viviendo entre recuerdos
y dulces momentos,
y nos arrullará la noche con una sonrisa
al vernos durmiendo.
Vida mía te amo y es el momento
de escribir lo que siento.
Mañana esta carta la podrá leer algún nieto
y se reirá de los cansados viejos.
Vendrá contento a darnos un cariñoso beso,
travieso, te llenará de hermosos sueños,
y con un golpecito en el hombro
me hará sentir su contento.
Diré entonces, mi amor,
juntos estamos desde hace tiempo;
callaremos los dos con tanto ajetreo
y antes de conciliar el sueño
nos daremos gracias por querernos
como en este momento.


Esta mentira de odiarte

Odio tener que decirte esto;
que te amo tanto,
me haces falta, te necesito.
Odio que no estés junto a mí acariciando mis cabellos,
haciéndome reír con tus anécdotas,
escuchar atento tus problemas,
y consolarte en tus temores.
Odio tanto que no me hables más,
que no te vea sonriente cuando llego del trabajo.
Odio que no me mires,
que no me busques,
que no contestes mis llamadas.
Odio que me duela no saber de ti,
no estar presente para apoyarte en lo que necesites.
Odio no llamarte más,
no platicar recostado en tu regazo.
Me parte el alma contar los días
que se van sin la certeza
de un despertar junto a tu lado.
Odio que ya no exista un mañana
para disfrutarlo juntos,
pero sobre todo,
odio esta mentira de odiarte,
odiarte toda,
quizás a medias,
un poquito…
tal vez nada.

Dame

Un día más y me levantaré temprano,
haré un desayuno para dos
y pondré sobre la mesa
una rosa roja que yo mismo del jardín habré cortado.
Te levantaré con un beso y un te quiero
y luego buscaré en el clóset
esa bella bata con que ciñes tu cintura.
Después del baño estaré esperándote en la mesa.
Juntos daremos la bienvenida al nuevo día
demostrándonos amor en cada beso.
Un día más yo quiero para cuidar de ti,
abrigarte en la penumbra de un cinema
cuando el frío te haga acurrucarte entre mis brazos.
Veremos un drama o una comedia
y estaré feliz al verte emocionada.
Comeremos disfrutando la penumbra de algún íntimo lugar.
Un día más para limpiar la casa, barrer el piso y ordenar la sala,
ver juntos la tele o simplemente
platicar de todo y nada,
mirarte a los ojos, robarte una sonrisa
y luego un beso y muchos más hasta que pidas irnos a la cama.
Un día más yo quiero para quedarnos en la tarde abrazados
y tendidos en el césped
escuchar el trino de los pájaros.
Después de todo,
no te he pedido nada imposible.
Ya me falta esperarte cada noche
como antaño,
arrancándome a pedazos el alma
para obsequiarte lo queda de este ser
al que no has vuelto.
Dame un día más, sólo uno más
y sentirás que junto a mí vale
una nueva oportunidad.


No te he pedido nada

No te he pedido nada,
y nada me has dado.
El tiempo se fue entre ese espacio de ausencia,
donde todo es igual sin ti, sin mí,
como un cuarto sin ventanas
lleno de oscuridad que es igual a no verte más.
No hay más qué hacer, no hay más qué soñar,
la vida fue y seguirá,
y luego una arruga,
y otra más.
Con el cabello blanco y la mirada cada vez cansada,
dejaré entonces de escudriñar
en el tiempo una rendija
que permee un rayito de esperanza.
Diré que mi vida se fue vacía
y en otro lugar
con las huellas de la edad
no pensarás que un día
sin pedirlo alguien te entregó su vida
y la guardaste en el adiós que te acompaña
y así, sin nada tendrás
todo lo que no te acuerdas,
lo que no pediste,
lo que dejaste,
y te irás lenta en la retina de alguien que pidió
y diste nada