Tengo prisa por llegar a tu lado
y descubrirte de nuevo,
el tiempo se acelera en mi inquietud
y distorsiona la imagen que tengo de ti.
Tu cuerpo es una masa ardiente,
de brazos largos y finos
que sin herir mi piel
traspasan el corazón con que vivo.
Tu boca, cueva cálida y húmeda
donde se pierde mi aliento,
tus senos, montañas firmes
y pequeñas
por las cuales asciendo al éxtasis.
Tus caderas son llanuras,
mis manos se vuelven intrépidos jinetes
que cabalgan sin descanso
tu tersa y fina piel.
Las redondeces de tu cuerpo,
mundos misteriosos que a diario tienen,
algo nuevo que me asombra
y despiertan el espíritu aventurero
que mora en mi.
Tus muslos, columpios que se mecen
al embate de mis ansias.
Cada poro es un cráter lunar
que se eriza
al contacto de mi boca,
de mis manos.
Y tu lengua, áspid que se enreda
entre mis ganas,
ahogando el espasmo de una muerte
lenta y dulcemente esperada.
No, no recuerdo bien.
Sólo tengo prisa por llegar a ti
y descubrirte de nuevo.
y descubrirte de nuevo,
el tiempo se acelera en mi inquietud
y distorsiona la imagen que tengo de ti.
Tu cuerpo es una masa ardiente,
de brazos largos y finos
que sin herir mi piel
traspasan el corazón con que vivo.
Tu boca, cueva cálida y húmeda
donde se pierde mi aliento,
tus senos, montañas firmes
y pequeñas
por las cuales asciendo al éxtasis.
Tus caderas son llanuras,
mis manos se vuelven intrépidos jinetes
que cabalgan sin descanso
tu tersa y fina piel.
Las redondeces de tu cuerpo,
mundos misteriosos que a diario tienen,
algo nuevo que me asombra
y despiertan el espíritu aventurero
que mora en mi.
Tus muslos, columpios que se mecen
al embate de mis ansias.
Cada poro es un cráter lunar
que se eriza
al contacto de mi boca,
de mis manos.
Y tu lengua, áspid que se enreda
entre mis ganas,
ahogando el espasmo de una muerte
lenta y dulcemente esperada.
No, no recuerdo bien.
Sólo tengo prisa por llegar a ti
y descubrirte de nuevo.
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