El último estertor
de tu dulce muerte
se ha grabado en el fondo de mi alma.
Quieta, me miras fijamente,
estás viva y yo, desfallecido.
La fiera se ha echado a tus pies
como un manso corderillo.
Con anhelo,
espero que tu mano me acaricie
y te imploro que me arrulles
y hables quedo en el oído.
No hay fiera
que en las lides del amor
gane sin perder.
Me has vencido.
Eres mi dueña,
yo, tu corderillo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario