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sábado, 4 de septiembre de 2010

Sucede

Sucede que,
a veces,
uno se enamora
sin más preámbulo
que el segundo fugaz
de un encuentro pupilar,
un colapso total
de dos mundos,
y suele uno caer
en vértigo abandono;
ahí donde los deseos
flagelan la sensatez
y pierde uno los sentidos.
Sucede que,
a veces,
uno cuelga la cordura
en los vértices
de cada tarde
y jugamos a pensar
que en ella todo cabe:
risas, pasión, amor, estío.
Sucede que,
a veces,
de tanto amar
ya no se ama.
Uno viaja en vagones
que llevan a otra estación
donde nadie espera nada
y empieza uno a dormir
y a creer que los sueños
son la vida
y maldecimos
aquel segundo fugaz
porque los mundos
que chocaron
se separan
y cada uno sigue
como si nada aconteciera.
Uno se da cuenta
que el amor surcó la frente,
dejó un estigma
que aleja toda posibilidad
de un reencuentro.
El espejo cauterizó la herida,
uno se mira a sí mismo
pero no se encuentra.


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