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viernes, 3 de septiembre de 2010

Nuestro secreto

Tú y yo tenemos un secreto
lo sé cuando pasas
y de reojo te veo,
como un flash que deslumbra la pupila
hasta el punto del dolor,
de un dolor agudo y luego extendido
por todo mi cuerpo,
por todos los ángulos de mi imaginación.
Yo sé que tú también me miras así,
furtiva y distante,
con el tiempo exacto
para evitar que nuestros ojos se encuentren.
Sé que estás ahí,
lo percibo en el ambiente
que de pronto se desvanece
para proyectar tu imagen dentro de mí;
como cuando al sol miro de frente,
y el sol se mete en mi pupila cegándome.
Yo no sé si me gusta o no verte así,
tan breve y eterna.
Porque te confieso que ese cómplice acuerdo
me hace sentir único para ti.
Imagíname,
con un leve temblor en el cuerpo;
con esa reprimida ansiedad
de retornar los ojos y acariciarte con ellos.
Así también te imagino,
con la tentación de voltear
y verme de nuevo.
Yo sé que escuchas los gritos callados
que te dicen ¡Hola mi amor, te quiero!
Yo sé que me besas mil veces
lo siento, aunque no te veo;
y sabes,
yo también te mando mil besos.
Sí amor, te confieso;
no sé si me gusta o detesto
mirarte así,
un segundo y luego soñarte toda la tarde.
Tengo intención de poner un candado
a mi mente después que te veo;
para que no te escapes,
porque esa impresión tengo
cuando intento verte otra vez
y tú ya no estás.
Entonces mi felicidad,
mi secreta alegría
se transforma en una tarde gris y monótona.
Por eso digo que tú y yo
tenemos nuestro secreto.
Yo sé que comprendes
cuando me ves y yo no te veo,
aunque sepa que lo estás haciendo.
Pero un anhelo yo tengo
cuando juntos estemos,
porque este amor que tenemos
callado y discreto
un día tendrá las alas del viento
y ya no será más
para nadie un secreto.




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