Tu edad se mide en tu cintura
tan pocos años caben
justo entre mis manos.
Breve talle que se quiebra
en el ritmo ágil de muslos
y caderas.
Abrazados,
gira el mundo entre luces y sonidos.
En mi oido una caricia
interrumpe nuestro baile.
Tú y yo,
dos o tres bohemios quedan.
No habrá otro show,
el mesero trae la cuenta.
Pago por un pedazo de tu vida,
me pertenece hoy,
tal vez mañana.
Si me preguntan, nada digo;
pero aquí, a solas,
en la intimidad prohibida,
extiendo la memoria sobre el lecho.
Tu desnudez se abre tierna,
nítida, exquisitamente pura.
Me despides con un beso,
sabes que estaré puntual
en la misma mesa,
aplaudiendo tus desplantes,
tu hermosa juventud,
dispuesto a compartir
el último rescoldo
de inocencia.
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